Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo JULIO-AGOSTO 2012 - Núm. 854

BRUCKNER: Sinfonía núm. 7.

Staatskapelle de Berlín.
Dir.: Daniel Barenboim.
D. G., 4790320 (CD)



La crítica

Deutsche Grammophon inaugura el nuevo Bruckner discográfico oficial de Daniel Barenboim y la Staatskapelle de Berlín con un toma de la Séptima Sinfonía perteneciente a la serie ofrecida en la Philharmonie berlinesa en junio de 2010. Se trata en realidad de la banda sonora de la edición que también verá la luz en DVD y blu-ray, un proyecto que abarca por ahora de las sinfonías Cuarta a la Novena pero que confiamos que el bonaerense complete con las restantes del magno ciclo.                                          

El Bruckner de Barenboim ha sufrido una interesante evolución pero mantiene intactos sus rasgos característicos. El compositor austríaco, con el que desde el primer momento sintonizó a la perfección, le ha sonado siempre con hondura y calor, a la búsqueda siempre de la verdad dramática pero sin someterse a los rigores de una puesta en música demasiado cuadriculada. Frente al ya notable logro de la Sinfónica de Chicago (DG, 1980) y al extraordinario con la Filarmónica de Berlín (Teldec, 1992), de un aura cuasi-celibidachiana por la grandeza y el aliento trascendente logrados, la nueva versión parece más cercana a los modos naturales del Barenboim de concierto. La música fluye con palpitante naturalidad, fraseada con elasticidad y enorme matización. Barenboim “surfea” con su batuta por encima del encrespado y volumétrico océano bruckneriano sin perder el aliento, y con cierto regusto por el riesgo. Aun asumiendo lo atrevido en ocasiones de su propuesta, lo cierto es que es capaz de romper cualquier atisbo de rigidez discursiva conduciéndonos por la compleja partitura con la sensación de hallarnos ante una música completamente nueva.
 
En este descubrimiento hallamos momentos verdaderamente extáticos, como el gran pasaje previo a la coda del primer tiempo, o el modo en que otorga su auténtica dimensión a los dos últimos movimientos, tan a menudo menospreciados. El Adagio discurre con esa cualidad barenboimiana e imprevisible que hace del ascenso al clímax una experiencia al borde del descontrol.
 
Barenboim se ha tomado su tiempo para que la Staatskapelle llegase a Bruckner. La orquesta berlinesa demuestra un excelente nivel, como corresponde a un conjunto germano de su tradición. Su aterciopelada sonoridad de conjunto y su afinidad en el estilo eclipsa cualquier deficiencia individual.
 
La grabación presenta un balance algo discutible pero acierta a transmitir la inmediatez y la intensidad de la versión.

J.S.R.

 

1676
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