Desde su estreno en 1946, el número de grabaciones disponibles de The Rape of Lucretia de Benjamin Britten, no ha sido tan abundante como uno pudiera pensar, para una ópera de un innegable valor musical y, sobre todo, de una relativamente fácil puesta en escena (es de hecho una ópera de cámara). Es sabido que la pieza fue compuesta para el lucimiento de Kathleen Ferrier (no parece que exista registro de aquel estreno). Puede que por ello, las versiones posteriores siempre hayan estado supeditadas a la calidad de su protagonista vocal. Existen varios registros semi piratas de los años 40 (con el wagneriano Reginald Goodall a la batuta, y ya entonces con Peter Pears), pero no es hasta 1970 cuando el propio Britten realiza “su versión” en estudio, para Decca. Y nuevamente es la protagonista vocal la que termina, durante decenios, con cualquier tipo de competencia. Britten no se decide a grabar la pieza hasta encontrar a una contralto a la altura de Ferrier. Y claro, no podía ser otra que Janet Baker. Baker es, sin duda, la mejor Lucrecia de la historia del disco. Su versión es absolutamente portentosa, en la creación del personaje, y apabullante en el terreno vocal. En aquellos años se encontraba en plenitud de facultades (que conservó sabiamente hasta su retirada, no hace tantos años), y desde luego se nota. Casi 25 años después, Pears sigue en el reparto, y en este caso no para bien. Por eso, pocos directores se han atrevido a llevar al disco más versiones. Hasta esta de Knussen, la única grabación de estudio había sido la de Hickox en 1993 (Chandos). ¿Qué es diferente en esta versión de Knussen? Quizás lo más sobresaliente es la decisión de desprenderse de cualquier atadura con el pasado y, sobre todo, de no pivotar la versión sobre las voces. La Lucrecia de Kirchschlager es fantástica en la creación del personaje, pero no requiere, de la mano de Knussen, de un instrumento esplendoroso (y eso que llega a deslumbrar en algunos pasajes). Algo similar pasa con Bostridge, pese a que supera al Pears maduro con absoluta claridad. Lo mejor es la dirección de Knussen (que, con los años, no sabemos que es mejor, si director o compositor). Detallista, equilibrada, pero emocional cuando lo requiere. Volcada en la psicología del texto. Realmente excepcional. Fantástico éxito de Virgin. Insuperable oportunidad de conocer esta pieza de Britten, para todo tipo de público.

J.B.