Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo ABRIL 2016 - Núm. 895

BEETHOVEN: Concierto para violín. MENDELSSOHN: Concierto para violín. BACH: Sarabandas de las Partitas para violín ns. 1 y 2.

Nikolaj Znaider, violín. Gewandhaus Orchester Leipzig / Riccardo Chailly.
Accentus, 20345 (DVD)



La crítica

LOS TRINOS DEL DIABLO

Riccardo Chailly regresa con un nuevo Beethoven que podría alimentar la polémica que generó su relativamente reciente integral sinfónica con esta misma orquesta, la Gewandhaus de Leipzig, pero parece que ha dejado atrás algunos tics y gustos para ofrecer un Beethoven épico, de bello sonido y apoyado en una espectacular toma sonora (la producción es de Paul Smaczny, siendo los directores de filmación Michael Beyer en Beethoven -octubre de 2014- y Ute Feudel en Mendelssohn -septiembre de 2012-, con una cuidada edición que incluye acuarelas de Michael Triegel). Para el italiano, este Beethoven, esencialmente, muestra su lado más musical y sensato, por encima del experimentador. Para él, el desarrollo temático y melódico de esta obra divina, que por una audición más no la hace menos especial, quizá es menos incandescente de lo habitual, pero no menos hermoso, alcanzando una inteligente proporción con la primera clase de un violinista como Nikolaj Znaider (este Concierto ya lo grabó en audio con Mehta junto al de Mendelssohn y en Internet se puede presenciar su interpretación con Colin Davis), que domina la obra de manera natural, ataca con fuerza, nunca desequilibra la balanza en los inicios y conclusiones de las frases y realza la música como el maestro que es. Es decir, colosal, con una cadencia del Allegro en la que parece haber una fusión sonora de un Perlman y Shaham paseándose por su instrumento. Esto parece “poner” a los de Leipzig y a Chailly, que concluyen el movimiento de forma muy creativa.

El Larghetto, terreno abonado para la desafinación, mimado desde el inicio por la cuidada y bellísima dirección, “facilita” la entrada de Znaider, que borda todo lo escrito, hasta en la parte leggiero con pizzicati de la orquesta, llevada como una grácil danza. El Final, como es de esperar, alcanza un volumen sonoro y una intensidad de arco demoniaca, pero son los pequeños detalles, sutiles entre solista y director, los que crean un discurso original, nada rutinario.

De dos años anterior, en la misma sala, es este Mendelssohn, en el que aflora un romanticismo que para Znaider es como si a Scorsese le situaran delante a De Niro, todo fluye y hay química natural. Pero el músico parece más músico en Beethoven, más libre, hasta se percibe en su ropa, muy diferente en ambos conciertos…  Es un Mendelssohn de libro, un libro ya leído, pero con mayúsculas, que deja instantes memorables, como toda la sección central del Andante, muy crispada. La exhibición es total, por todas las partes, que gozan haciendo una música que no esconde secretos para ninguno, desde la orquesta, que recibe el apellido de mendelssohniana por tradición, pasando por Chailly, estudioso en los últimos años de estas obras; a la perfección que roza lo escandaloso de Znaider, otra vez magistral.

Tras ambos Conciertos, mismo regalo, una Sarabanda de Bach, donde el trino del diablo se calma, una visión muy íntima de una música que se toque donde se toque, o tras lo que se toque, siempre está donde está, nada la ensombrece.

Gonzalo Pérez Chamorro

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