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Crítica / Vox Luminis resplandece en el Teatro Real con Emilio de’ Cavalieri - por Simón Andueza

Madrid - 31/01/2024

Debemos calificar de velada histórica, única e ilusionante, lo acontecido en el Teatro Real con la puesta en escena, por primera vez en España, de Rappresentatione di anima et di Corpo del insigne Emilio de’ Cavalieri (1550-1602). La interpretación fue, además, un verdadero milagro revelador que el formidable conjunto belga Vox Luminis se encargó de revelar bajo la certera dirección artística de Lionel Meunier.

Debemos considerar a Emilio de Cavalieri y a su Rappresentazione di Anima e di Corpo como la verdadera primera ópera de la Historia de la Música. Creada con todo el entusiasmo de la mente revolucionaria de Cavalieri, esta obra escénica en su día inclasificable, puesto que no existía modelo alguno en que ampararse, fue estrenada en 1600 en el Oratorio de Santa María Vallicella de Roma, con libreto de Agostino Manni (1548-1618).

Calificada por algunos estudiosos como oratorio por su temática religiosa, lo cierto es que sabemos que fue representada, por lo que los límites de calificarlo como tal se desvanecen y se aproxima mucho más al concepto actual de ópera por su condición escénica, más allá de su argumento. Pudimos disfrutarla en una versión semiescenificada, en donde solamente echamos en falta el vestuario y una escenografía completa para configurar una verdadera puesta en escena propiamente dicha, puesto que todos los solistas, desprovistos de partitura, interactuando entre ellos de un modo completamente teatral con la eficaz visión actoral de Benoit de Leersnijder y con la inspiradora proyección del poético vídeo sobre las dichas y desdichas del ser humano que transformaba el escenario, obra de Emilie Lauwers.

Emilio de’ Cavalieri, uno de los teóricos responsables de la revolución musical que el Barroco iba a suponer. Miembro de la mítica Camerata Fiorentina, junto a Jacopo Peri y a Giulio Caccini entre otros, esta obra, auténtico tesoro universal, contiene los primeros ejemplos impresos del llamado bajo figurado, y es la primera pieza en incorporar plenamente la monodia o seconda prattica, algo que el propio Peri reconoció, puesto que le atribuían a él semejante innovación. El libreto describe un diálogo alegórico entre el alma y el cuerpo, escrito por el padre Agostino Manni -un discípulo de san Felipe Neri-, en torno a la renuncia a los placeres materiales y a la salvación espiritual. En la acción intervienen otros personajes como la Prudencia, la Conciencia, el Tiempo, el Intelecto, el Mundo, la Vida Mundana o el Ángel de la Guarda, así como el coro que apoya el diálogo de los solistas, constituido como auténtico coro griego. Al ser una pieza creada para los Jesuitas, fue uno de los múltiples intentos de la Contrarreforma para seleccionar elementos de las formas artísticas seculares que pudiesen servir para la promoción de la causa de la fe católica.

Esta introducción sirva para situar al lector en la importancia de lo acontecido en el Teatro Real de esta singular velada, y para agradecer enormemente a los responsables del coliseo madrileño en su apuesta de programación, algo que permite al gran público conocer al fin la multitud de maravillosas creaciones esperando una oportunidad para ser descubiertas y disfrutadas.

La interpretación historicista que durante estas décadas ha sabido madurar y establecerse permitió que la interpretación de Vox Luminis fuera verdaderamente sobresaliente. La figura de su director artístico, Lionel Meunier, fue clave para su feliz consecución, permitiendo la libertad fastuosa del discurso italiano de su texto, de la prosodia y de los afectos, en una deliberada y sabia elección del elenco vocal, acertadamente enraizada en el nutrido, exuberante y espectacular bajo continuo de siete fabulosos músicos, a saber, viola da gamba, violone, tiorbas, guitarras, citarón, laúd, arpa, lirone, órgano y clave, que supieron estar en constante unión con los solistas vocales de un modo absolutamente orgánico y autónomo.

El casting vocal y su eficacia absoluta en la inmediatez de la transmisión de los afectos del texto permitió que una obra desprovista de arias o momentos melódicos reconocibles transcurriera de un modo completamente ameno y que mantuviera al espectador completamente enganchado a la trama de su sencillo pero entretenido argumento.

Como protagonistas se erigieron los asombrosos Sophia Faltas, mezzosoprano. quien dio vida al Alma, y el tenor Raffaele Giordani, como el Cuerpo. Sophia Faltas demostró ser poseedora de un timbre que el candor de su personaje demanda. De una pureza y belleza incontestable, Faltas se adueñó de un Alma estable, risueña y lumínica, demostrando, como el resto del elenco vocal, una intachable dicción del italiano, tan importante e imprescindible en la seconda prattica. Giordani, por su parte, hizo suya la compleja humanidad expresiva del atormentado Cuerpo que ha realizado obras incorrectas según la moral cristiana y que nerviosamente implora ser salvado del castigo eterno del infierno. La enorme variedad de registros vocales que el tenor italiano exhibió fueron los perfectos vehículos de los apropiados afectos barrocos que el personaje desempeña.

Completó el elenco vocal una suerte de solistas absolutamente concordes a la primerísima calidad vocal, interpretativa y estilística de los protagonistas. Destaca sobremanera la capacidad de hacer absolutamente reconocible de un modo casi inmediato su pertenencia al grupo de personaje celestial o terrenal, mediante una calidad vocal que se adecuaba perfectamente a esta pertenencia. Así, André Perez Muíño, tenor gallego que dio vida al Intelecto, encajó como un guante en la virtuosa sección del cast a través de un puro y etéreo timbre de haute contre, que inminentemente despertaba la complicidad del público. Jan Kullmann, Roberto Rilievi y Guglielmo Bionsanti por su parte funcionaron como un conjuntado trío de concupiscibles tentadores confiriendo una vis cómica al argumento para enriquecerlo aún más, en la línea que Estelle Lefort consiguió remarcar, aportando pícaramente su rol de femme fatale a su personaje. Zsuzi Tóth imprimió su personalísimo timbre marca de la casa al Alma Bendita, y Victoria Cassano fue toda una formidable dicha de voz pura, luminosa y poderosa en su rol de Ángel Custodio.

El coro de Vox Luminis asombró a la audiencia del teatro por su apabullante calidad. En todo momento fueron dueños de un absoluto equilibrio sonoro entre las distintas cuerdas, siendo poseedores de una perfecta afinación y de una portentosa conjunción en los tempi con la única indicación del tactus y de la forma de la prosodia del italiano indicada sabiamente por Lionel Meunier desde el lateral de su puesto como cantor de la cuerda de bajos. La dicción y comprensión del texto fue en todo momento transparente y natural.

El otro protagonista absoluto de la velada fue el lujoso bajo continuo, formado por un formidable elenco de profesionales especialistas de este difícil e inspirador ejercicio musical. Podríamos deshacernos en elogios infinitos en su ardua, precisa y ardua labor, imprescindible para la correcta transmisión de los afectos, armonías de los textos y tramas de todo el espectáculo. Nombraré, como es de justicia, a todos los integrantes de tan fascinante equipo. Así, pudimos disfrutar del talento y experticia de Simon Linné y Justin Glaie en las tiorbas y guitarras, de Bor Zuljan en el citarón y laúd, del arpa de Sarah Ridy, del Lirone de Lies Wyers, del fastuoso clavecinista y organista Anthony Romaniuk, de la viola da gamba de Ronan Kernoa y del violone de Benoit Vanden Bemden.

Los instrumentos melódicos no fueron por ello inferiores ni en calidad virtuosa ni en precisión y belleza sonora, destacando a los solistas de violín y corneto, Tuomo Suni y Josué Meléndez respectivamente.

En definitiva, una noche que guardaremos en nuestro recuerdo, y que seguro que fue un memorable descubrimiento para todo el público que llenó el aforo del Teatro Real y que disfrutó de unos formidables Vox Luminis. Confiemos en que sea el comienzo de una de muchas noches semejantes.

Simón Andueza

 

Emilio de’ Cavalieri: Rappresentatione di Anima et di Corpo

Sophia Faltas, mezzosoprano, Raffaele Giordani, tenor, Massimo Lombardi, tenor, André Pérez Muiño, tenor, Jan Kullmann, contratenor, Roberto Rilievi, tenor, Guglielmo Buonsanti, barítono, Estelle Lefort, soprano, Lóránt Najbauer, barítono, Zsuzsi Tóth, soprano, Victoria Cassano, soprano.

Vox Luminis. Lionel Meunier, dirección artística.

Emilie Lauwers, escenografía y concepto de vídeo.

Benoit De Leersnijder, puesta en escena.

Teatro Real, 27 de enero de 2024, 19:30 horas.

 

Foto © Javier del Real | Teatro Real

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