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Crítica / Una lección de interpretación: Mäkelä ante la OCG - por Gonzalo Roldán Herencia

Granada - 27/06/2021

Klaus Mäkelä, director residente del Festival Internacional de Música y Danza en la edición de este año, hizo su segunda aparición al frente de la Orquesta Ciudad de Granada con un programa que se sale de su zona de confort: la música nórdica. Así, programó una velada ecléctica con nombres aparentemente tan lejanos unos de otros como Jörg Widmann, Béla Bartók y Ludwig van Beethoven. Este reto fue aprovechado para realizar la toma de contacto en el Festival con la orquesta granadina, una formación versátil y de gran ductilidad, que se adapta bien desde sus inicios a los repertorios más diversos.

La primera obra del programa fue Con brio de Jörg Widmann. Este clarinetista, director y compositor alemán se manifiesta dentro de una línea estilística ecléctica, pues se aproxima a sonoridades enraizadas en la tradición pero tratadas desde la óptica del lenguaje contemporáneo. Así, en Con brio realiza un guiño a Beethoven, ya que la obra fue concebida como una obertura para las séptima y octava sinfonías del maestro de Bonn. En ella algunas células motívicas de las sinfonías beethovenianas sirven al autor como elemento generador de todo el material sonoro, deconstruido en melodías de timbres y organizadas por bloques sonoros. Con gesto amplio y claro Klaus Mäkelä acometió la interpretación de esta compleja partitura, desarrollando un magnífico trabajo tímbrico con la OCG.

La segunda pieza del programa, el Divertimento para cuerdas de Béla Bartók, es otro ejemplo de una mirada hacia el pasado desde el siglo XX. Fue escrita por encargo de Paul Sächer para estrenarla con su formación, la Orquesta de Cámara de Basilea, y vio la luz en plena II Guerra Mundial, ya que se estrenó en 1940. Como es habitual en Bartók, tiene múltiples referencias a la literatura y el folklore de su país, como en el  Allegro non troppo  inicial, de carácter pastoril con reminiscencias de melodías populares, o las referencias inequívocas a la literatura de los verbunkos o las danzas rumanas del último movimiento.

La partitura, de cierto cierto carácter neoclásico, vuelca su peso en la sección de cuerdas, en la que establece un rico juego de alternancia entre solistas y tutti. Con una comprensión preclara de la dialéctica de Bartók, Klaus Mäkelä articuló a la perfección su discurso y las cuerdas de la OCG, bien empastadas y equilibradas, devolvieron a la vida esta pieza de elegantes proporciones. Hay que destacar la labor de los solistas de cada sección, particularmente violines y chelos, que por momentos tienen bellos pasajes solistas. Así mismo, la delicadeza de los pasajes en pianissimo, como el inicio del segundo movimiento, o el brío del fugado final elevaron a la categoría de sublime la interpretación.

Como última obra del programa se interpretó la Sinfonía núm. 7 en la mayor op. 92 de Ludwig van Beethoven, en la que Klaus Mäkelä volcó todo su brío al abordar la obra con unos tempi bien entendidos que dotaron de dinamismo su interpretación. Con una dirección elegante de brazos abiertos y batuta larga, el director captó desde el primer momento la atención de los músicos. Esta sintonía entre director y orquesta fueron claves para la construcción de una magnífica versión de esta partitura, bien conocida por el público y muy exigente en lo que a su interpretación se refiere, a la par que una página que tiene un amplio catálogo discográfico desde los mismos orígenes de la fonografía.

Mäkelä, cuya breve pero fulgurante carrera internacional llena de éxitos le respalda como un director serio y con criterio, atacó con gran acierto el Sostenuto-Vivace inicial, dentro de una intencionalidad vívida y alegre. El segundo movimiento,  el Allegretto en La menor contenido y doliente, gozó de una interpretación muy ajustada en tempo y carácter, con un estupendo balance entre planos sonoros. Súbitamente retomó el brío inicial en el Presto, con una agógica ligera que avanzaba entre las distintas secciones tímbricas con vitalidad y sinergia, constituyendo el ritmo motor del movimiento; magnífica la sección de vientos en el trío central, en la realización de los motivos secundarios y en el refuerzo de las cuerdas agudas en los momentos en los que Beethoven juega con el diálogo tímbrico. Klaus Mäkelä culminó la velada con un enérgico y resuelto Allegro con brio que cerró la sinfonía y le sirvió para definir un crescendo emocional bien llevado, concluyendo con un aire triunfal y optimista esta monumental sinfonía; su acertada dirección y el bello sonido de la formación granadina le valieron una prolongada ovación del público, puesto en pie, en el Palacio de Carlos V.

Gonzalo Roldán Herencia

70 FESTIVAL DE GRANADA

Programa: Jörg Widmann, Con brio; Béla Bartók, Divertimento Sz. 113; Ludwig van Beethoven, Sinfonía núm. 7 en la mayor op. 92.

Orquesta Ciudad de Granada

Director: Klaus Mäkelä

Fecha y lugar: Palacio de Carlos V, 25 de junio de 2021

Foto © Festival de Granada | Fermín Rodríguez

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