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Crítica / Un volcán guipuzcoano - por Francisco Villalba

Madrid - 04/07/2022

La crítica británica dijo de Xabier Anduaga cuando cantó Ernesto de Don Pasquale en la Royal Opera House, Covent Garden de Londres que desplegó una voz poderosa, aunque la debía haber moderado en los conjuntos porque ensombrecía la de sus colegas de reparto. También se dijo entonces que comenzó la velada como si se presentase para una audición de Radamés, aunque a lo largo de la representación se fue moderando y fue capaz de producir una media voz exquisita, delicada.

La italiana comentó que posee un timbre brillante y una refinada escuela de canto destacable para su edad, y finalmente, otro crítico italiano dijo de él que posee una voz bendecida por los dioses, amplia, ágil y dúctil, de emisión fácil, con un timbre único, mórbido, pastoso y un agudo deslumbrante.

El que esto escribe concuerda casi al cien por cien con estos comentarios. Cuando se presentó en 2021 en el Teatro Real como Primer tenor en la fabulosa farsa Donizettiana “Viva la Mamma” me sorprendió para bien por su bellísima voz lírico ligera, plena; nada que ver con tantas vocecitas que hoy recrean el mismo repertorio. Alcanzaba los agudos con facilidad pasmosa y poseía una línea de canto refinadísima. Algo parecido ocurrió hace unos meses en su interpretación, en el mismo escenario en versión de concierto, del Gérald de Lakmé.

En esta ocasión ofrecía en el Teatro de la Zarzuela un repertorio que no frecuenta, el de la Zarzuela, y aunque creo que es más suyo el mundo de la ópera, esto no fue óbice para que en aquel también sea un fuera de serie.

Al inicio, algún agudo sonó forzado y el paso de la voz no siempre fue resuelto con la limpieza esperada; sus interpretaciones no todas estuvieron a la misma altura, por ejemplo, a la bellísima ¡Adiós Granada!, una de mis arias, si no la más, del repertorio español, le faltó patetismo, y en “La bella enamorada” de El último romántico, aún con la voz fría se le notó alguna dificultad en la zona aguda. Pero estas sombras no hacen palidecer todas las enormes virtudes de este cantante al que le falta muy poquito para ocupar uno de los primeros puestos entre los tenores de nuestro tiempo.

Su voz es amplia, de una belleza apabullante. Su forma de cantar es emocionante. Como pruebas excepcionales, la romanza “¡Alare, zorioneko lekua! de Mendi Mendiyan, de la que hizo una creación inolvidable; y qué decir de la apasionada y arrebatadora “Maitechu mía” con un final de erizar el vello.

Muy bien resueltas la canción Juráme y Granada. Pasando anteriormente, entre otras, por la inevitable “¡No puede ser! Esa mujer es buena, de Sorozabal, que a mí, que la detesto, logró me pereciese soportable.

El hecho es que al guipuzcoano hay que augurarle un futuro estratosférico y espero que su presencia en todos los grandes teatros del mundo sea tan frecuente como deseo que lo sea en Madrid.

Francisco Villalba

 

Xabier Anduaga, tenor / Giulo Zappa, piano

Obras de Reveriano Soutullo-Juan Vert, Federico Moreno Torroba, José María Usandizaga, Jesús Guridi, Alfredo Casella, José Serrano, Jacinto Guerrero, Amadeo Vives, Tomás Barrera-Rafael Calleja, Pablo Sorozábal, Francisco Alonso, Manuel Ponce, María Gréver y Agustín Lara.

Teatro de la Zarzuela, Madrid

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