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Crítica / Un esplendoroso Cuarteto Casals - por José Antonio Cantón

Málaga - 03/10/2021

No ha podido empezar mejor el XV Ciclo de Conciertos de Cámara organizado la Orquesta Filarmónica de Málaga en colaboración con el Museo Picasso Málaga, enmarcado dentro de las actividades del programa cultural del museo, que con la actuación del Cuarteto Casals interpretando un programa de enorme contenido artístico que favoreció un excelso lucimiento dada la calidad suprema de los compositores escogidos.

Con el aforo al completo por vez primera desde el advenimiento de la pandemia el pasado año, se volvía a tener una sensación de complaciente normalidad entre el público que prácticamente agotó el taquillaje el mismo día de su puesta a la venta. En el ambiente se sentía que se iba a producir una velada especial de música de cámara. Así fue hasta llegar a convertirse para el que suscribe en uno de los conciertos más relevantes de la serie histórica de este ciclo.

Se inició con el Cuarteto nº 15 en Re menor, K 421 de Wolfgang Amadeus Mozart que, desde el recogimiento emocional que desprenden los aires de sus cuatro movimientos, sirvió para encajar la espléndida uniformidad tímbrica del Cuarteto Casals y materializar ese virtuosismo que le caracteriza y le lleva a ser referente absoluto en este tipo de formación en el panorama musical patrio.

Ya en el Allegro que abre la obra se pudo apreciar la moderación en el tempo a modo preparatorio de su excelente cronos interno de grupo, esencial aspecto de su seguridad interpretativa, basada en una muy bien sincronizada comunicación extra-musical entre sus componentes, que convergía de alguna manera en ese excepcional violista norteamericano cual es Jonathan Brown, en el que parecían concentrarse todas las pulsiones de sus compañeros. Fue desde esta interacción cómo se desarrolló el oscilante discurso del Andante que fue ganando en expresividad hasta su coda. Cierto vigor colorista le dieron al alegre Menuetto, contrastando en la animosidad de su trío la radiante intervención del primer violín ocupado en esta única ocasión por el temperamental músico barcelonés Abel Tomás.

De clarificadora hay que valorar la ejecución del último movimiento, pudiéndose distinguir la particularidad de las variaciones que contiene. Su conclusión fue todo un aporte de contención ante el desfogue emocional que vibra en su compases. La experiencia de su escucha superó las mejores expectativas.

En el Cuarteto nº 11, en Fa menor, Op. 122 de Dmitri Shostakovich se pudo percibir otra faceta fundamental de este selecto grupo: su depurada capacidad de intercomunicación gestual y de escucha que alcanzaba ese ideal en el que cada instrumento justificaba a los otros tres en una especie de ejercicio de consustancial sonoridad. Ese grado de univocidad favoreció la profunda orientación poética sin verbo de esta inquietante obra, en la quedan reflejadas las esencias del compositor petersburgués en toda su plenitud. La ejecución de sus dos últimas estrofas, Elegía y un tempo Moderato, supuso toda una eclosión dramática, que forzaba al oyente a una máxima concentración.

Después de una pequeña pausa, la tercera pieza de las integradas casualmente por el editor Julius Rietz catalogada como la Op. 81 de Felix Mendelssohn, que lleva por título Capriccio, sirvió para que se pudiera disfrutar de forma sustancial del pensamiento camerístico del compositor hamburgués dada la exquisita formulación de los músicos en brillo y coloración de tonos, queriendo así prepararse para la magna obra que cerraba el programa: el Octavo Cuarteto en Mi menor, Op. 59 nº 2 de Ludwig van Beethoven.

Con esta composición se pudo disfrutar de la sinergia que irradia el Cuarteto Casals en toda su magnitud hasta el punto de hacer que el oyente se sumergiera en la genialidad del músico de Bonn con todas sus consecuencias, como se pudo inferir de algunos comentarios del público al salir de la sala, realzando la inconmensurable  magnitud artística del genial compositor. Sólo una interpretación absolutamente idiomática y respetuosa con el leguaje musical contenido en la partitura puede provocar tal reacción entre los aficionados.

Se pudo reafirmar así la enorme calidad musical de cada intérprete que, desde su diversa musicalidad, como la excelente capacidad de afinación y articulación de la violinista Vera Martínez-Mehner o ese preciso sentido ground del violonchelista Arnau Tomás, llegaban en todo momento a esa mágica unicidad de carácter sonoro y expresión emocional que es sólo patrimonio de los grandes virtuosos. Esto llegó a sus últimas consecuencias en el segundo movimiento, Molto adagio, ejecutado con mistérica belleza polifónica, cuyo sonido parecía suspenderse en la muy presente inmediatez acústica del auditorio picassiano en una especie prolongada sensación mental más que física, con la que claramente quedaba de manifiesto cómo estos músicos cuidan todos los elementos que deben incidir en la percepción de un oyente atento y experimentado.

Esta obra vino a reafirmar la absoluta excelencia ofrecida y disfrutada en este concierto que quedará en el recuerdo como uno de los eventos más singulares de este ciclo de cámara que, desde hace quince ediciones, es un estímulo creciente de la cada vez más rica vida cultural de la ciudad de Málaga.

José Antonio Cantón

 

Auditorio Museo Picasso Málaga. 28-IX-2021.

Cuarteto Casals.

Obras de Beethoven, Mendelssohn, Mozart y Shostakovich.

Foto © David Ruano

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