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Crítica / Shostakovich y Cuarteto Casals, binomio perfecto - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 01/02/2024

Los días 30 y 31 de enero, el Cuarteto Casals ofreció una nueva entrega de la integral de los quince cuartetos de Shostakovich que empezó el pasado octubre en L’Auditori de Barcelona y concluirá ya en el mes de mayo. Ciertamente, para una temporada organizada en torno al lema “Poder o revuelta” no podía haber una música más apropiada que esta del maestro soviético: cada una de estas obras puede interpretarse como el reflejo, tanto musical como vital, del complejo momento histórico que le tocó vivir. Hay mucho de revuelta en ellas, pero también ira, sarcasmo, desprecio y… humanidad. Lo grotesco y lo trágico se dan la mano en estos pentagramas que, en el aspecto técnico y formal, se rigen por una libertad que no se encuentra en sus sinfonías.

Los cinco cuartetos intermedios que el Cuarteto Casals abordó dan buena cuenta de esa libertad. Si el Sexto (1956) y el Décimo (1964) siguen una estructura más bien clásica, incluso en el carácter de alguno de sus temas, el Séptimo (1960) es un tríptico en miniatura que, tras un inicio aparentemente ligero, se va oscureciendo hasta volverse fantasmal. Shostakovich lo escribió a la memoria de su primera esposa; el Octavo (1960), en cambio, lo escribió para él, aunque su epígrafe señale que está dedicado a “las víctimas del fascismo y la guerra”. Atravesado de principio a fin por el motivo DSCH, que corresponde a las iniciales del compositor en notación alemana, es una obra de una potencia devastadora. No le va a la zaga el Noveno (1964), el más experimental del grupo.

Sobre la interpretación de los Casals, no hay mucho que decir. Los dos conciertos fueron de esos en los que la eterna dificultad de traducir a palabras una experiencia musical se vuelve aún más ímproba. Salvo el viola Jonathan Brown, que se añadió algo más tarde, los violinistas Vera Martínez y Abel Tomàs, y el violoncelista Arnau Tomàs llevan desde 1997 tocando juntos. Toda una vida, como quien dice. Su complicidad y compenetración son absolutas, como lo es su dominio técnico y su inteligencia a la hora de penetrar la esencia de cada obra.

Shostakovich, además, les va como anillo al dedo por la intensidad expresiva y la extensa gama de colores, ataques y gestos que exige su música, en la que hay espacio tanto para momentos tan delicados como el Adagio del Cuarteto n. 10, con su sentido solo de violoncelo, como para otros de auténtico frenesí telúrico como el Allegro molto del Cuarteto n. 8 o el Allegro final del Cuarteto n. 9. A todo ello hay que sumar la naturalidad y flexibilidad que los Casals muestran a la hora de abordar todos los desafíos de estas obras.

La música es impresionante, pero es que, interpretada así, lo que en un principio es un concierto acaba convirtiéndose en toda una experiencia que el público premió con una rendida ovación.

Juan Carlos Moreno

 

Cuarteto Casals.

Obras de Shostakovich.

L’Auditori, Barcelona.

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