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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Perspectivas del siglo XX - por Abelardo Martín Ruiz

Madrid - 03/02/2022

Este pasado viernes, día 28 de enero, tuvimos ocasión de presenciar, en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música, el undécimo concierto de la temporada sinfónica de la Orquesta y Coro Nacionales de España, dirigido por su director titular, David Afkham, acometiendo la propuesta de un programa comprendido por la Fantasía sobre una Fantasía de Alonso Mudarra de José Luis Turina, el tercero de los conciertos para piano y orquesta de Serguéi Prokófiev, interpretado por el pianista Kyohei Sorita, recientemente premiado en el XVIII Concurso Internacional de Piano Chopin de Varsovia, y la décima sinfonía de Dmitri Shostakóvich.

El repertorio se encontró centrado en torno a países como España y Rusia durante el siglo XX, un período convulso y complicado como consecuencia del estallido de diversos conflictos bélicos y del surgimiento de una serie de totalitarismos en Europa que propiciaron un nuevo panorama socioeconómico, artístico y filosófico.

El programa comenzó con la Fantasía sobre una Fantasía de Alonso Mudarra de José Luis Turina, composición de una impactante opulencia sonora, configurada por dos secciones contrastantes, que fue abordada con intensa brillantez por parte del combinado nacional, así como dirigida de manera dinámica, enérgica y viva hacia la apoteosis de una sección central de diversas evocaciones, con particulares reminiscencias, en las que al canto llano y a las notas disonantes, combinadas con un planteamiento fundamentado en los recursos texturales proporcionados por los timbres de la extensa orquesta, se impuso una sugestiva atmósfera procedente de la estructura de la Fantasía X para vihuela del autor renacentista Alonso Mudarra.

En las aportaciones solistas y en la concepción de funcionamiento del conjunto destacó una considerable consistencia en la precisión de las intervenciones, con colores en ocasiones efectistas y en ocasiones arcaicos, concebidos dentro de una música orientada solemnemente, en un marco progresivo, a partir de una disposición que aumenta el volumen de su densidad. La influencia de las sonoridades relacionadas con la tradición hispánica halló un correcto equilibrio en el contenido de unas páginas que mantienen, de forma permanente, una sugerente dicotomía entre lo antiguo y lo moderno.

Como continuación, el tercer concierto para piano de Prokófiev, composición concebida en la década de 1910 y calificada como una partitura radiante y vigorizadora, a la manera de una reafirmación y glorificación de la afectividad romántica y pasional que comporta la tonalidad de do mayor, configura una de las creaciones más impresionantes y exigentes de entre la producción compuesta para piano y orquesta a lo largo de la historia occidental, especialmente durante el siglo XX.

Considerando una escritura idiomática de demandante exigencia técnica, el compromiso de esta parte solista fue perfectamente comprendido e interpretado por el pianista Kyohei Sorita, quien demostró representar a una de las figuras predominantes y preeminentes de una renovada generación de prestigiosos músicos en el ámbito internacional, con motivo de su notable versatilidad, su desbordante facilidad, su inconmensurable lirismo y su extraordinaria claridad en unos fraseos radiantes, brillantes, luminosos y excelsamente impactantes a nivel sentimental y sensorial. La obra, concebida sinfónicamente mediante un instrumento solista que permanece completamente integrado en el entramado, se encontró presentada por parte de la orquesta con unas deslumbrantes intervenciones, si bien es cierto que en determinadas ocasiones se pudo echar en falta una reacción un poco más activa en ataques concretos con el pianista, con tendencia a requerir un tempo en general algo más apresurado, así como con unos buenos planos dinámicos, unos intensos colores, con los claroscuros característicos del lenguaje de su autor, y unos espléndidos comentarios en los solistas de las secciones de viento madera que confirieron un auténtico sentido a la estética del lenguaje neoclásico de esta creación, a medio camino entre lo afectado, lo bucólico, lo intimista, lo ensoñador, lo atrevido o lo histriónico.

En la segunda parte del concierto, la formación emprendió la interpretación de la décima sinfonía de Shostakóvich, una de las creaciones del género más destacadas del compositor ruso, concebida en el año 1953, mismo de fallecimiento de Stalin y Prokófiev, lo que hizo que tradicionalmente se relacionase a la misma con los años de mandato del primero, pese a que, en palabras del propio músico, la pretensión en su concepción se encuentra mucho más encaminada a la descripción y a la expresión de los sentimientos y de las pasiones de la humanidad.

Como parte de este fundamento, la visión de Afkham comprendió la de un componente afectivo, lírico, emotivo y sensitivo de marcados contrastes y claroscuros en las emociones y los estados de ánimo de los seres humanos entre sus cuatro movimientos, partiendo de un primero en el que los fragmentos más tenebrosos, dramáticos y trágicos se sucedieron con una amplitud incrementada hacia el éxtasis de un héroe en la sombra, con planos dinámicos adecuadamente diferenciados y una creciente textura descriptiva del impacto generado por el miedo del pueblo soviético hacia la represión de la dictadura. El segundo, enérgico, tempestuoso y con el sentido de una intranquila precipitación, fue maravillosamente resuelto por los instrumentistas de una agrupación en la que, si bien es cierto que pudieron producirse mínimos desajustes, destacó una continua claridad en la articulación de los pasajes, especialmente en las partes especialmente demandantes de la cuerda.

El protagonismo específico de los instrumentos de viento se percibió en un tercero con cierta tendencia al dramatismo nostálgico, por los recuerdos de los tiempos pretéritos, pero también a la sensación esperanzadora en torno a la confianza hacia un mañana en el que se espera poder recuperar la ilusión por disfrutar de los momentos de felicidad de la vida. Las intervenciones de unas cuerdas profundamente solemnes, con buena proyección por momentos, pero también con sonoridades sutiles, propiciaron unos soportes sobre los que se asentaron las formidables aportaciones de los fagotes o de los clarinetes, así como especialmente del oboe, de la flauta y del flautín solistas en el cuarto, quienes abordaron sus episodios con extraordinaria precisión, brillantez y amplitud en la numerosa variedad de registros dinámicos ofrecida.

El discurso sonoro, en constante evolución y cambiante desde el temperamento temeroso, en contraposición al optimismo triunfalista, condujo el recorrido de una manera vibrante y apasionada hacia una gran culminación, en la que el simbolismo de la victoria de la libertad sobre la opresión prevaleció en una versión que conectó con el sentido, el significado y la trascendencia reveladora de esta música.

Abelardo Martín Ruiz

 

Kyohei Sorita, piano

Orquesta y Coro Nacionales de España

David Afkham, director

Sinfónico 11, 28 de enero de 2022

Auditorio Nacional de Música, Sala Sinfónica

José Luis Turina (1952): Fantasía sobre una Fantasía de Alonso Mudarra

Serguéi Prokófiev (1891-1953): Concierto para piano y orquesta número 3 en do mayor, opus 26

Dmitri Shostakóvich (1906-1975): Sinfonía número 10 en mi menor, opus 93

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