Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Nuit d´hyménée…il faut partir hélas! - por Ramón García Balado

A Coruña - 05/10/2023

Roméo et Juliette, de Charles Gounod, en un espectáculo procedente de Amigos Canarios de la Ópera, para el LXXI Amigos de la Ópera de A Coruña,  bajo la dirección de Alain Guingal con la Orquesta Sinfónica de Galicia, una afortunada garantía de asistencia en cuanto a la batuta y los oficios de una orquesta con resolutiva solvencia, y la colaboración del Coro Gaos de F.Briones, destacando en los principales roles el tenor Mario Bahg- Roméo de Montaigu-; la soprano Sofía Esparza-Juliette-; el barítono Borja Quiza-Mercutio-; el barítono Gabriel Alonso-Pâris-; el tenor Francisco Corujo- Tybalt-; el bajo Luís López- Frére Laurent-; la mezzo Patricia Illera-Stéphano-; el bajo-barítono Fernando Latorre-Capulète-; la mezzo Irene Zas-Gertrude-; el barítono Jacobo Rubianes-Grégorio-; el tenor Enrique Martínez- Benvolio- y el bajo Cristopher Robertson, como Duque de Verona.  Contando también con las aportaciones en medios escénicos de Daniele Piscopo y Riccardo Roggiani, recreando una ambientación de época atenta a los patrones que el aficionado medio supo apreciar.

Roméo et Juliette se confirma  como epicentro de la lírica francesa definida por las suaves mélodies sentimentales gracias a la fluidez expresiva elegancia, de las que Gounod será magno representante, en aquel París centro oficial en  puja con el poderío de la Grand Opéra a lo Meyerbeer, que devendría en buena lógica por las exigencias de los medios e inevitables carestías, un estilo menos ampuloso. Gounod partiría de una Sapho (I1851), destinada a Pauline Viardot, como aliciente de transición, pero en realidad, no llegaba al grado de reformista, aspecto que compartirá con Ambroise Thomas. Aquella ampulosa Grand Ópera, crearía un mar de dudas: ¿No podría existir una forma intermedia entre aquella y la opéra comique?  Un obcecado cruce de intereses entre opciones casi imposibles. Gounod y Thomas, crearon el híbrido previsible. Lírica será esa expresión que se repartirán ambos compositores. Si Thomas abordará estilos variados en los que se conciten farsa, comedia romántica y tragedia, Gounod será diferente logrando fama inmediata por el recurso a los dramas de Goethe y Shakespeare a partir de Barbier y Carré: Faust (1859) y Roméo et Juliette (1867). El melodismo como seña de dominio personal, se evidencia en esta ópera, casi en el estilo de la Grand Opéra, especialmente en los cuatro dúos de la pareja central o los valses-coloratura, una pura especialidad en lo posible por las exigencias de Mme Marie Miolan-Carvalho- diva glorificada en la Francia de entonces- para disfrute, la arietta de la protagonista redondeada en forma de vals. Roméo et Juliette- libreto de Jules Barbier y Michel Carré- estará destinada al Théâte Lyrique, parisino y en su tratamiento, sobrevivirá al más de medio centenar de operas sobre el drama shakespereano, respondiendo a las demandas de un público preferentemente de clase media, liberando a la ópera de la cargante ampulosidad al estilo de L´Africane, de Meyerbeer.

Roméo et Juliette, una de esas óperas sobre temática del bardo de Stratford-on- Avon y cuyo espectro resistió desde el Globe Theatre, fue codiciado por compositores desde el siglo XVII, tanto en sus comedias como en sus dramas. De sus títulos a considerar, destacan precisamente el elegido y Hamlet. Los amores imposibles de los adolescentes de Verona, vástagos de familias enfrentadas, darán argumentos para I Capuletti e I Montecchi, de V.Bellini, sobre libreto de Felice Romani, quien había adaptado el texto para una anterior de Vaccai o esta con lujo de detalles románticos, sin olvidarnos de la de Barkworth o la de Stephen Sondheim, en la modernización del musical West Side Story de Leonard Bernstein.

Gounod, para Roméo et Juliette, trazará un drama que cumpla con los obligados requisitos de un drama en las cercanías precisas del puro melodrama, tan a la altura de las exigencias de un público que se rinda a una pasión desmedida y que logra el estado de ánimo amargo en el segundo cuadro del V Acto, con el suicidio consumado de los protagonistas, cuya preparación anuncia el coro de inicio con una solemnidad que respondía al drama que desde el argumento de conocimiento general por los aficionados, resulta de por sí evidente. Drama que cruza el salto de siglos para que los libretistas que asistan al compositor, calculen con mesura los gustos que demanda el momento. En lo musical, fuimos  partícipes ya desde el coro en su entrada con Vérone vit jadis deus familles rivales…labor de mérito del Coro Gaos de Fernando Briones nada que objetar, para llevarnos al acto en el que Juliette se presente con el aria- vals Je veux vivre dans ce rêve, para ensalzamiento de Sofía Esparza, una voz expresiva y lírica que nos obsequió con sus mejores recursos,  preparando su dúo con Roméo Le nom de cette belle enfant. Mario Behg- Roméo-, fue el tenor agraciado para ese rol de squillo respetable y precisas agilidades para ahondar en las exigencias del personaje en perfecto acomodo para rendirse al patetismo que requería el sufrido compañero camino de una desesperación con amargo final.

Momentos como el del segundo acto, enzarzados en el drama, el recitativo-cavatine de Roméo L´amour, l´amour…Ah! lève toi soleil, de talante esperanzador y que permitió solazarnos con Ô nuit Divine, el éxtasis de arrebato en mutua contemplación de los protagonistas a los que se añadiría  Gertrude, Irene Zás, una cantante en alza de nuestro entorno, para entregarnos al   tercer acto en el que las convulsiones acuciantes  de la trama del  drama, ofrecía el trío y el cuarteto cargado de tintas Dieu, qui fit l´homme, que se reparten entre Frère Laurent, Juliette, Roméo y la entrada de Gertrude. Voces que cumplieron como de ellos esperábamos, fueron Gabriel Alonso,- Pâris-; Borja Quiza- Mercutio-, en su actitud desafiante y su contrincante Francisco Corujo- Tybalt. De forma distendida y sencilla, la canción que interpretó Stéphano:  Depuis hier je cherche mon maître- Patricia Illera, muy a tono para ese personaje menor e ingenioso.  El IV acto, consuma el estado emocional con el dúo de los protagonistas Nuit d´hyménée…i faut partir hélas!, exaltación de un drama en su grado sumo  como era preceptivo, en preparación del paso al acto final, con el interludio Le sommeil de Juliette. El  sueño eterno  acogió en un abrazo amargo en la escena con el dúo desesperado entre Roméo et Juliette C´est là…Salut, tombeau sombre et silecieux.

Ramón García Balado       

        

LXXI Amigos de la Ópera, A Coruña

Roméo et Juliette. Gounod.

Mario Bagh, Sofía Esparza, Borja Quiza, Francisco Corujo, Gabriel Alonso, Luis López, Patricia Illera, Fernando Latorre, Irene Zas, Jacobo Rubianes, Enrique Martínez y Christopher Roberston

Orquesta Sinfónica de Galicia / Alain Guingal.

Coro GAOS / Fernando Briones.

Escenografía / Riccardo Roggiani. Escena e Iluminación / Daniele Piscopo.  Producción de Amigos Canarios de la Ópera

 

Foto © Alfonso Rego                                                                                                                                                                                                                                                              

82
Anterior Crítica / Mahler, a pesar de todo - por Enrique Bert
Siguiente Crítica / Octetos con clarinete como protagonista - por José M. Morate Moyano