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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Nereydas y la fabulosa recuperación dieciochesca - por Simón Andueza

Madrid - 01/04/2021

La clausura del Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid (FIAS) en su edición de 2021 se realizó mediante la ya inconfundible impronta que su actual director, Pepe Mompeán, ha generado a lo largo de estos seis años de revolución cultural para la Comunidad de Madrid y para el resto de festivales que pueblan la península ibérica: una recuperación de nuestro magnífico patrimonio musical a cargo de uno de nuestros incansables, efervescentes y fabulosos grupos de música antigua que hacen realidad estos rescates, en este caso, Nereydas con su carismático alma máter Javier Ulises Illán.

Se da la circunstancia que este festival que ha sido uno de los caballos de batalla de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid y que ha salvado mil y un obstáculos, incluyendo una pandemia mundial, se tuvo que enfrentar en su edición número treinta y uno a otro inesperado terremoto provocado por el adelanto electoral madrileño y que vuelve a dejarnos in albis a todos los melómanos, músicos y demás amantes de las artes a la espera del resultado plebiscitario que condicionará su futuro y el de uno de los gestores culturales más visionarios y eficientes que nuestro país haya conocido en estas últimas décadas.

El programa musical con el que pudimos deleitarnos en la que se ha convertido en la particular sede oficiosa del FIAS, la Basílica pontificia de San Miguel, estuvo centrado en grandes figuras del panorama musical madrileño dieciochesco que todavía no son los suficientemente conocidas ni valoradas en la actual sociedad y que deben hacerlo de inmediato por la soberbia calidad de sus composiciones, Francesco Corselli, Antonio Ugena, Antonio Soler y Jaime Ferrer.

Escuchamos nada más y nada menos que cinco extensas obras que jamás se habían interpretado en tiempos modernos gracias a la inestimable e imprescindible labor que realiza el Instituto Complutense de Ciencias Musicales (ICCMU) en el estudio y transcripción de estos tesoros, en esta ocasión desarrollada por los musicólogos Lluís Bertran y Juan Miguel Illán.

De Francesco Corselli (1705-1778), maestro de la Real Capilla durante más de treinta años, escuchamos dos elaboradas lamentaciones de Semana Santa para soprano solista y orquesta de cuerda. La primera, Lamentación segunda del Miércoles Santo en Re menor, nos descubrió una partitura de inusual registro agudo para la solista vocal, en este caso María Espada, figura indiscutible en este repertorio, quien realizó un laborioso y loable trabajo en toda la velada. Así, la soprano pacense demostró una facilidad extrema en el agudo, que sonó siempre pulcro, afinado y cristalino. Especialmente expresivos y bellos fueron los pasajes introductorios sobre las letras hebreas Vau, Heth y Teth, repletos de complejos de melismas e inspiradas imitaciones orquestales a la solista. Parecido desarrollo pudimos observar en la otra lamentación que formó parte del programa, la Lamentación segunda del Miércoles Santo en Fa menor, pero en este caso en una tesitura vocal mucho más central que permitió a María Espada inundar la basílica con un cálido timbre que sobrecogió a la audiencia.

Antonio Ugena (1745 - ca. 1816) fue alumno de Corselli y es un músico mucho más desconocido que su maestro, pero no por ello su obra Lamentación primera del Viernes Santo está carente de una magnífica factura que muestra evidentes influencias de su profesor de Piacenza, con unas elaboradas frases que requirieron de un excelente fiato por parte de Espada que permitió muy bellos e interminables fraseos. Muy original y expresivo fue el fragmento Sedebit solitarius et tacebit, con abruptas interrupciones de la música que demuestran el gran conocimiento del compositor de la tradición barroca y de sus afectos.

La pieza más íntima y especial de la velada fue quizás la ideada por el padre Antonio Soler y que se encuentra en el archivo del Real Monasterio del Escorial, Lamentación segunda del Miércoles Santo en Re menor, para soprano solista, violonchelo obbligato y bajo continuo, en donde el diálogo entre María Espada con el solista de cello fue absolutamente delicioso, mostrando a un Guillermo Turina absolutamente arrebatador, lleno de musicalidad y lirismo que con su precioso sonido del instrumento, incluso en los complejos pasajes más agudos, nos regaló hondas emociones que fueron escuchadas con el sobrecogedor silencio de la emocionada audiencia.

Con un carácter completamente distinto al resto del programa, el villancico “Soy pastorcilla” de Jaime Ferrer 1762-1824), dedicado al nacimiento del Niño Jesús y conservado asimismo en El Escorial, la soprano nos deleitó con sus cómicos, alegres y pastoriles momentos que llenaron de alegría y risa a un público que agradece mucho este tipo de guiños en un momento de crisis tan delicado por el que atraviesa la actual sociedad.

Nereydas se mostró como una orquesta muy sólida y que ha sabido conformar un grupo estable de instrumentistas que le confieren una gran calidad en todas sus secciones, comenzando por una cuerda de violines, siempre empastados, de bello y expresivo sonido, muy contrastada y mimada por Javier Ulises Illán, quien denota su cualidad de violinista ofreciendo un trabajado resultado lleno de contrastes sonoros y múltiples cambios en la articulación que permiten desentrañar los innumerables y complejos detalles que esconden estas desconocidas piezas.

Debemos mencionar la gran labor realizada por Lola Fernández en la viola, quien pese a ser la única intérprete de su instrumento frente a seis violines, no dejó jamás de ofrecer un redondo y equilibrado sonido en contraste a sus colegas violinistas que jamás taparon su parte.

El bajo continuo fue un derroche de seguridad, motor rítmico y riqueza en la realización de los complejos acordes que requirieron de sutiles y cambiantes sonoridades y articulaciones, magistralmente comprendidas y ofrecidas por Manuel Minguillón en la tiorba y guitarra barroca y por el clavecinista Daniel Oyarzábal, quien dispuso de la Sonata para teclado en Re mayor D. 84 de Antonio soler para exhibir su virtuosismo y precisa y afectiva articulación que confirió un rico sonido al excelente instrumento modelo Ring Strasburgo 1700.

SI tuviéramos que destacar un momento en el que el conjunto orquestal destacó diríamos que éste fue el Spiritoso del Concerto a Quattro en Sol menor de Baldassare Galuppi (1706-1785), una compleja fuga llena de distintitos temas que fueron excelentemente interpretados y resaltados con constantes cambios en la articulación y en las dinámicas, lo que desembocó en una pieza de una rotundidad y exquisita conjunción, y que permitió como resultado ser comprendida a la perfección incluso en una acústica tan compleja como la de la madrileña Iglesia de San Miguel.

Si a los musicólogos del ICCMU debemos agradecerles todo el trabajo para que los intérpretes modernos puedan llegar a sus atriles con una perfecta partitura, lo mismo debemos reconocer en la labor de Javier Ulises Illán, verdadero responsable de una modélica interpretación de una música jamás interpretada anteriormente, lo que complica aún más su desentraño y ejecución, hándicap que fue superado con matrícula de honor gracias al constante esfuerzo de Illán, con gran atención y concentración hacia todos los miembros de Nereydas y María Espada, imprimiendo además una gran vitalidad no falta de contrastes en los matices dinámicos y de articulación, ofreciendo también hermosos y acompasados rubatos.

La cálida ovación del público que llenaba el reducido aforo de la iglesia -muchísimas personas no pudieron disfrutar del concierto- permitió que disfrutáramos fuera de programa de la jubilosa aria Si alegres jilguerillos del Villancico Pastores que habitáis de Francesco Corselli, recientemente grabado por Nereydas, Javier Ulises Illán y María Espada en su CD The Royal Chapel of Madrid para Pan Classics.

Simón Andueza

María Espada, soprano. Nereydas, Javier Ulises Illán, director.

Senderos del Alma’

XXXI Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid, Basílica pontificia de San Miguel.

25 de marzo de 2021, 19:00 h.

Foto © Simón Andueza

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