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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Montuosa escalada (Ibermúsica)

Madrid - 30/11/2018

Nueva actuación en Ibermúsica de la Orquesta de Cadaqués, esta vez bajo la experimentada batuta del maestro polaco Antoni Witt. En programa el Concierto para violín y orquesta, en Mi menor, op. 64 de Felix Mendelssohn y la Sinfonía Nº 9 “Coral” de L. van Beethoven. Obras que por ser paradigmáticas y muy conocidas no son menos complejas para los intérpretes que las abordan.

El Concierto para violín de Mendelssohn ocupó la primera parte del concierto, teniendo como protagonista al mediático violinista de origen taiwanés-australiano Ray Chen, que tocó con un magnífico Stradivarius “Joachim” de 1715.  El Allegro molto appassionato discurrió con energía y brillantez, tanto por parte de la formación -muy bien empastada y en connivencia absoluta con solista y director- como por estos dos últimos agentes sonoros, que se mostraron muy cómplices y ágiles en el escenario. El diálogo entre violín solista y sección de maderas fue más que resaltable en este primer movimiento, así como la precisa y virtuosa Cadenza ad libitum de violín en sus activos pasajes de arpegios, trinos y acordes. El Andante, iniciado sin solución de continuidad por el fagot, tuvo un planteamiento correcto por parte de Chen. Con una cuidada emisión en el registro medio de la melodía principal y un sonido carnoso en los graves, adoleció, en parte, de mayor pureza en el ámbito agudo del instrumento.

El amplio pasaje de dobles cuerdas y octavas fue sutilmente acometido por el solista, en perfecta simbiosis con maderas y cuerdas. La expresividad romántica y riqueza de matices de este movimiento, que el propio Mendelssohn solía reflejar en sus sutiles acuarelas, quedaron algo desdibujadas por el acelerado Tempo marcado por el maestro Wit  para esta parte del concierto. El Allegretto non troppo-Allegro molto vivace recuperó la agilidad y brillantez del primer movimiento, cerrando la actuación de forma vigorosa y arrancando calurosos aplausos por parte del público presente. Ray Chen obsequió a éste con una impresionante versión del Capricho Nº 21 para violín de N. Paganini como bis.

La segunda parte de la velada estuvo dedicada, en su totalidad, a la interpretación de la Sinfonía Nº 9 “Coral” de Beethoven. La orquesta de Cadaqués se nutrió de los efectivos necesarios en maderas y metales para afrontar la partitura pero insuficientemente reforzados en la sección de cuerdas, sobre todo en violonchelos y contrabajos, lo que restó peso y sonoridad en los armónicos graves.  Es justo decir que el maestro Antoni Wit, al igual que la propia orquesta, hicieron todos los esfuerzos posibles para lograr el adecuado balance en los momentos más comprometidos de tutti y tensión armónica, como pudo comprobarse en el inicio del Allegro ma non troppo; un poco maestoso o en el episodio dramático central de este primer movimiento.

Por otro lado, la energía centrífuga que desprende el Molto vivace fue perfectamente exhibida por formación y maestro, llevando el peso motriz de este diabólico movimiento el timbal que, asertivo y preciso, resaltó por su tensa afinación. La sección de cuerdas se entregó con toda energía para hacerse más presente. Prueba de ello fueron los chasquidos producidos por los arcos al golpear los mástiles de los instrumentos con la mayor presión ejecutable. El tercer movimiento, Adagio Molto e cantabile, se desenvolvió con soltura y corrección aunque mediante un metrónomo más ajustado a lo que la partitura original indica se hubiera conseguido más sutileza en los matices e intención expresiva en el fraseo melódico.

Por último, el Presto fue resueltamente conducido por el maestro Wit, sacando el máximo partido a los recursos disponibles. Enérgico en su inicio  o en la espléndida exposición del “Himno de la Alegría” junto a la primera aparición del coro decayó, sin embargo, con la entrada bastante imprecisa del bajo  solista. Con algunos problemas de emisión en la voz de la soprano Christiane Libor, el tenor y mezzo-soprano tuvieron intervenciones más afortunadas aunque, en general, el cuarteto vocal quedó indefinido y desequilibrado. La poca nutrida cuerda dejó, a pesar de ello, entrever las texturas contrapuntísticas de los episodios fugados, muy bien definidos por las maderas. El final del cuarto movimiento llegó a un refulgente desenlace pese a los escollos evidentes y ya mencionados con los que se encontraron formación y director para alcanzar la cúspide de la monumental sinfonía.

Juan Manuel Ruiz

Ray Chen, Christiane Libor, Olesya Petrova, Timothy Richards, Stephan Klemm, Coro estatal de Letonia (Māris Sirmais), Orquesta de Cadaqués / Antoni Wit. Concierto para violín y orquesta de F. Mendelssohn y Sinfonía Núm. 9 de L. van Beethoven.
Ibermúsica. Auditorio Nacional de Música, Madrid.

Foto: Orquesta de Cadaqués.

 

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