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Crítica / Messa da Requiem: traspasando la vida… - por Verónica García Prior

Málaga - 13/04/2022

El exigente público del Teatro Cervantes de Málaga volvió a aplaudir, por segundo día consecutivo, un Requiem de Verdi absolutamente trascendente en su ejecución en ambas citas.La batuta experimentada de José Mª Moreno, tras su recientes Rigoletto (también interpretado en el Cervantes de Málaga), la Quinta de Mahler en Santander con la OFM o el estreno en Málaga de La Tribuna de G. Bussi y el Concierto para violonchelo y orquesta en La menor de R. Schumann que tuvo como solista a Asier Polo, supo llevar la emoción a un público que presenció varias casuísticas dignas de referir.

Por un lado, la Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM en adelante) brilló por su buen gusto sonoro y una técnica sobrada para atender con altura de miras esta obra de Verdi.

Y, por otro, la elección de un cuarteto de voces puramente verdianas, es decir, con las cualidades vocales que definen los roles operísticos verdianos: cuerpo, redondez, mucho armónico… Dicho Cuarteto estuvo integrado por el tenor Joel Montero, el bajo-barítono Javier Castañeda y la soprano Carmen Solís (los tres debutantes en el escenario malagueño) y la mezzosoprano mallorquina Mª Luisa Corbacho (que aunque ya ha actuado anteriormente en el Teatro Cervantes, era la primera vez que lo hacía en la Temporada de la Orquesta Filarmónica de Málaga). Cada una de estas voces fue única y excepcional. Asimismo y agrupadas en cuarteto, trío o dúo, ofrecieron unas texturas y contrastes vocales que dieron verdadero significado al texto de la obra y resaltaron todos y cada uno de los rasgos de la emoción puramente verista.

El Coro (limitado a cien voces por el protocolo Covid vigente y pese a la mayor exigencia cuantitativa de este Réquiem de Verdi) lo integraban el Coro de la Ópera de Teatro Cervantes y el de Ópera del Teatro de Villamarta (Jerez).

Estos dos Coros (hermanados en sentido genético pues ambos comparten a la OFM como Orquesta Residente desde hace un buen número de años para sus respectivas Temporadas de Ópera) actuaban conjuntamente por primera vez... E, igualmente, el Coro de Villamarta era también la primera vez que pisaba las tablas del Teatro Cervantes. Esta colaboración de dos de los Coros más importantes de Andalucía fue la forma elegida por el director de la OFM de rendir homenaje al Coro jerezano en su 25 aniversario de vida y ello exigió un trabajo coordinado de las batutas de Mª del Mar Muñoz Varo a cargo del coro de Ópera del Cervantes y las batutas conjuntas de José Miguel Román y Rebeca Barea dirigiendo al Coro del Teatro de Villamarta. Este emotiva coyuntura contribuyó al lucimiento de una masa coral de por sí cargada de fuerza y pasión.

Si la música puede ser muchas cosas -según quien la perciba y la finalidad para la que fue compuesta-, no pocos resaltan la emoción y la transmisión de esa emoción. La batuta de José Mª Moreno cargada de fuerza y pasión, es, a la vez delicada y transmisora de emociones. Y esto mismo define el verismo, la capacidad de poner en situación algo como lo verdadero, lo que está sucediendo en verdad. De ahí que el Réquiem que pudo escucharse respondía a estos requerimientos y a otros inherentes al género, como el carácter dramático o teatral conseguido por Moreno. Se completó el aspecto escénico de la interpretación con las trompetas ubicadas en palcos y que contribuyeron a dar ese toque “celestial”, semejantes a las de un Juicio Final, que proyectaban su sonido a la pintura cenital de Ferrándiz.

En otro orden, la muerte, tan presente en esta obra y muy acorde a las fechas, es otro aspecto importante que resaltar. El Director titular de la OFM ha dirigido a lo largo de su carrera profesional Requiems de distintos compositores. Si algo caracteriza su quehacer como director es su profunda reflexión de las obras en las que se embarca, y por ello no descarta, en el caso de esta obra, conocer cómo era la visión que de la muerte se tenía en la sociedad de la época en que nace la composición.

Este Requiem es el más operístico de todos los réquiems escritos por los grandes compositores y este carácter estuvo impreso en la interpretación del mismo. Debe saberse que Moreno ha dirigido numerosas óperas verdianas y que conoce perfectamente al compositor.

Un minuto de silencio por todos aquellos que ya no están cerró una interpretación honda y magistral que se ganó aplausos y ovaciones durante más de siete minutos. El público reconoció la dimensión trascendente que Verdi imprimió a su obra y que directores, orquesta y coros transmitieron magistralmente. Bravo.

Verónica García Prior 

 

Orquesta Filarmónica de Málaga / José María Moreno Valiente

Soprano: Carmen Solís

Mezzosoprano: Mª Luisa Corbacho

Tenor: Joel Montero

Barítono: Javier Castañeda

Coro de Ópera de Málaga / Mª del Mar Muñoz Varo.

Coro del Teatro Villamarta / José Miguel Román y Rebeca Barea.

Obra de G. Verdi.

Teatro Cervantes, Málaga.

 

Foto © Laura Bueno Caparrós

 

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