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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Ludwig Dürichen: Jesús Torres en su Concierto para violín - por Ramón García Balado

A Coruña / Pontevedra - 10/02/2024

Jesús Torres puso en atriles  su Concierto para violín con la Sinfónica de Galicia en interpretación de Ludwig Dürchen, dirigido por Andrés Salado, incluyendo en cartel la Sinfonía nº 1, en Fa m., de Dmtri Shostakovich. Ludwig Dürchen, ayudante de concertino de la orquesta  desde 2005, fue miembro de formaciones como Staats Kapelle Dresden, la Berlin Deutche Oper, la Elbephilharmonie de Hamburgo, la München Staats Oper, la Kassel Karlsruhe O., la O. Giuseppe Verdi, de Salerno, entre las principales además de colaborar con certámenes como los BBC Proms, el Musikkolegium Wintertuhr y otros de primera línea, dinamizando iniciativas en colaboración con compañeros suyos en agrupaciones camerísticas como el Trío Ludovicus o el Cuarteto Atlántica, en proyectos divulgativos junto a la violinista Carolina Cygan, el viola Jeffrey Johnson, Mariana Prejvaslkaia, Rousslana Prokopenko o Filipe Pinto Ribeiro.

Andrés Salado, director, llegó a esa especialidad tras sus estudios de piano, flauta barroca y percusión y en este espacio disfrutó de las docencias de Miguel Romea, Peter Rudell, Jorma Panula, Peter Gülke, Peter Eötvös, Antoni Ros Marbà y Sandro Gorli. Su carrera le permitió conocer experiencias con formaciones como la JONDE, la Joven de la Comunidad de Madrid, la de Extremadura, la ONE, la O. Simfònica i Nacional de Catalunya, la RFG, la Real O. S. de Sevilla, la Filarmónica de Oviedo y en el ámbito internacional, la O. S. de México, la O.S. de Yucatán, la Casa da Música do Porto, el Divertimento Ensemble, la Salzburg Soloist Chamber, en la Mozart Sommerakademie. La ópera es también una temática de su interés, abordando títulos como Il Barbiere di Siviglia (Rossini); Il segredo di Susanna (Ermano Wolf Ferrari); El Martirio de San Sebastián (Debussy), en una producción con La Fura dels Baus o The thelepone (Gian Carlo Menotti)

Jesús Torres ofreció su Concierto para violín, alumno que fue de Francisco Calés y de Luís de Pablo, ampliando con Francisco Guerrero en materias avanzadas y confirmando su trayectoria a partir de Vísperas, una obra camerística que se acercaba a Derive de P. Boulez por sus arabescos y  gestualidad y como herencia de las influencias de Stockhausen, compondrá los Preludios en consideración a su pianista de confianza Ananda Sukarlán, puerta abierta a piezas como los Dúos para Miquel Bernat y Henry Bot (percusión y clarinete). El Concierto para piano, dedicado a Sukarlán, fue Premio Reina Sofía  (2000), un estreno con presentado en la Tribuna Int. de Compositores de la UNESCO. Ambición suya fue el hecho de aproximarse a las poéticas como el Cántico espiritual de J. Guillén: Vísperas de mí o Presencia del aire, en tratamiento musical confiado al Ensemble Köln Munchenglabach o La destrucción o el amor (V. Aleixandre), encargo del CNDM  y Sonetos del amor oscuro (García Lorca).

El apartado instrumental fue dejando obras como Tiento, Tropos, Fugace- encargo del Grupo Pärlor för Svin-; la Partita- en dedicatoria a músicos en residencia de la JONDE-; La máscara Roja y el lirismo que se manifiesta en Fantasía o experiencias como Crepuscular, pura investigación tímbrica que llegará en este ideario hasta Accentus y Ausencias. En lo fundamental, la asunción de las tendencias francesas entroncadas con la impregnación en el estilo de Takemitsu realzando con ello en refinamiento armónico de perfiles cuidadosamente elaborados sin centrarse en esa sensualidad tímbrica con aspectos que supo tomar a partir de las polifonías renacentistas culminadas en una notable densidad de escritura. Un ideario en permanente evolución auspiciado por las múltiples formas, marcando armonías transparentes sin renunciar al uso de polarizaciones tonales. La etapa con F. Guerrero, había supuesto una necesaria atracción por los procedimientos dodecafónicos surgidos de las vanguardias en plenitud y que se ratificará en las obras inaugurales de su catálogo, una inmersión en la reflexión y las búsquedas que mantendrán una trayectoria evolutiva de signos perceptibles.  

El Concierto para violín fue obra encargo de la Fundación BBVA, escrita en 2012 y estrenada por la O.S. de Madrid en el Teatro Monumental bajo la dirección de Kees Bakels, con Miguel Borrego para ser editado por Tritó, recibiendo el Premio Nacional de Música en 2013. Obra característica en el estilo de los grandes conciertos del siglo XX, mostrando un planteamiento que se manifiestaba en sus tres tiempos: Dramático, Apasionado y Estremecido, dentro de un ámbito vagamente etéreo, observando peculiaridades en su construcción tonal por su carácter expresivo asimilable a cada tiempo, que la convierte en un gran canto y que en algún pasaje rememorará el Concierto a la memoria de un Ángel, de Alban Berg. El segundo tiempo resulta un Presto y en resumen será difícil atribuirle una idea determinada para el oyente. Obra esperanzadora a la par que fatalista cuya coda final se resume gracias a una sección de dobles cuerdas sin vibrato entre un sonido que se diluye en el silencio con la indicación diminuendo…a niente, de precisión ambivalente. Destaca la prestancia de las tensiones internas acentuadas por apuntes acentuados por clusters en enfrentamiento entre solista y orquesta con texturas complejas que se diluía definitivamente en una cadencia casi imperceptible en manos de Ludwig Dürichen.   

Dmtri Shostakovich- Sinfonía nº 1, en Fa m. Op. 10-, composición de 1926, momento en el que se acercará a personalidades como Boris Assafiev e Ivan Sollertinki, quienes influirán en su evolución inmediata, fundamental el primero de ellos por las influencias recibidas de Anatoli Liadov, maestro en las programaciones del Teatro Bolshoi y que mostraba interés por las músicas de vanguardia de procedencia Occidental que programará en los certámenes de su entorno, momento en el que publicará la primera monografía de Stravinski, cultivando igualmente su cercanía a Prokofiev, en su Sinfonía Clásica que le fue dedicada. Amigos comunes harán posible nuevas expectativas y como resultado, el detalle de Shostakovich presentándole las Variaciones para piano de Valerian Bogdanov- Berevich.

Para Shostakovich, era  Assafiev una autoridad indiscutible, momento en el que le ayudará a estudiar obras de Schönberg, Krenek, el propio Stravinski  y músicos del Grupo de Les Six. En cualquier caso, esa fidelidad tendría sus resquemores que parecen a la postre como pequeños detalles sin importancia, como el hecho de no trasmitirle la carta de felicitación enviada por Alban Berg, con motivo del estreno de la obra, que había dirigido Bruno Walter. Más  susceptibles serían ciertos posicionamientos estéticos sobre obras suyas como la suite Aforismos- para piano-, y su primera opera La nariz, curiosamente bien recibidas por Assafiev. Vendrán años en los que los posicionamientos de ambos, se distanciarán irremisiblemente.

La Sinfonía nº 1, en Fa m. Op. 10,-media hora de música para el medido control de Andrés Salado- tuvo estreno en Leningrado con dirección de Nicolaï Malko, obra juvenil de un alumno de Conservatorio de ya había escrito algunas obras orquestales menores- dos Scherzos y Variaciones, y que recibirá el asesoramiento para su escritura de Glazunov, necesario apoyo para un compositor que arriesgaba en un formato mayor, con temor al  riesgo, retoques necesarios para asegurar la confianza en sí mismo y con el seguro asesoramiento de maestros de confianza. Obra que se iniciaba  a partir de un  Allegretto. Allegro ma non troppo, encuadrado en el espacio de ese humor que caracterizará el conjunto de su sinfonismo de madurez y en el que no está exento un guiño rebuscado, tan perceptible en su estilo creativo, con sus posibles enigmas enriquecedores.

Vuelta a un Allegro ma non mosso quizás un posible scherzo redundante que reafirma esa voluntad medianamente provocativa merced al piano incorporado como respuesta de actitud a la espera del trío de ritmos contrastados de relieves acentuados que imitan un aire popular insinuados por el teclado.  El tiempo Lento Largo lento (attaca) abunda con creces en esa imprescindible línea melódica, en un enfrentamiento entre los estados de ánimo más susceptibles que confirman el espíritu de la obra.  Un extenso Finale resuelto desde un Allegro non molto-Lento-Allegro molto meno mosso. Allegro molto meno mosso Adagio,  obsesivo para una obra de claras pretensiones, se reafirmaba por las pinceladas grotescas provocativas, de temple enérgico y tenso. Densidad en un sentido de la creación orquestal, que tan excelentes impresiones nos dejó temporadas pasadas.        

Ramón García Balado         

  

Ludwig Dürichen

Orquesta Sinfónica de Galicia / Andrés Salado

Obras de Jesús Torres y Dmtri Shostakovich

Auditorio-Sede Afundación, Pontevedra

Palacio de la Ópera, A Coruña

 

Foto: Ludwig Dürichen.  

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