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Crítica / Las horas vacías en versión escena - por Esther Martín

Madrid - 13/11/2021

Lo ópera de Ricardo Llorca, Las horas vacías, se estrenó 2007 en su versión de concierto y el pasado 9 de noviembre en versión de escena. Una coproducción del Teatro Real, los Teatros del Canal y High C Music con la colaboración de la New York Opera Society.

Día festivo en Madrid, en la sala verde de los Teatros del Canal se citaron críticos, músicos y personas interesadas en un estreno largo tiempo esperado.

Recibía al público un escenario muy resolutivo compuesto por una estructura rectangular de color negro que contenía una cama, unas muy usadas botellas de vino y poco más. Podía ser un dormitorio, un apartamento completo, y en general, la simulación de un hogar. Allí, y a su alrededor, se desarrolla toda la acción, aliñada con imágenes proyectadas durante la obra. En ese espacio convivieron la actriz Mabel del Pozo y la cantante Sonia Munck, que daban vida a una mujer adicta a internet que solo vive para sus propias fantasías digitales.

El libreto se mantiene en torno a esta idea, sin más desarrollo argumental, y se centra en las emociones y la tensión de la protagonista introduciéndole pequeños cambios. Mientras una dialoga con su supuesto amante virtual, la otra interpreta las arias que corresponden a cada escena y así ambas logran una intensa emoción y tensión escénica que remueve al espectador.

El director de escena José Luis Orellana consigue que en esta ópera sea importante lo que se oye y se ve, y además, resulte inquietante lo que no se muestra.

La música compuesta por Ricardo Llorca mezcla la tradición de los coros europeos con las vanguardias del siglo XX más cercanas al minimalismo. El resultado es un predominio melódico sin grandes movimientos en el que las células y juegos rítmicos desempeñan un papel fundamental.

También se aprecian notas y motivos a modo de leitmotiv que funcionan como un hilo conductor, siempre relacionados con momentos inquietantes, y, en general, se perciben sensaciones aisladas más que una única emoción.

La elección de Sonia Munck fue muy acertada para el rol principal, su voz es clara y nítida y la soprano se movía con agilidad sin traslucir dificultades técnicas, lo que permitía el desarrollo musical y facilitaba el seguimiento de la escena. Una voz a la que la actriz Mabel del Pozo ayudaba a transmitir la angustia del personaje en un tándem perfecto.

El coro del teatro Real fue otro de los elementos utilizados por Llorca, quizás con dos funciones, la de aumentar el aislamiento de la protagonista y la de simular el murmullo del gentío. Fueron apariciones puntuales, escasas, pero fundamentales por su poder dramático.

En un discreto segundo plano se mantiene el papel de la orquesta, en este caso a cargo de la Sinfónica de Madrid, a lo que colaboró la dirección de Alexis Soriano.

Llegó la obra al final con la certeza de la excelente calidad musical e interpretativa de todo el elenco y con la duda de si, como espectador, había sido lo suficientemente permeable al impacto de Las horas vacías.

Esther Martín

Sala Verde, Teatros del Canal, Madrid. Martes, 9 de noviembre, 19.45 horas.

Las horas Vacías, de Ricardo Llorca.

Director musical: Alexis Soriano.

Director de escena: José Luis Arellano.

Director de coro: Andrés Máspero.

Orquesta Sinfónica de Madrid. Coro titular del Teatro Real.

Soprano: Sonia Munck. Actriz: Mabel del Pozo.

Pianista: Eduardo Fernández.

Foto © Pablo Lorente

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