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Crítica - Las edades de Lulu (Salonen - Philharmonia Orchestra / Ibermúsica)

Madrid - 15/10/2019

Las muchas combinaciones posibles entre Beethoven, Berg, la Philharmonia Orchestra y Esa-Pekka Salonen, los principales jugadores del segundo concierto de la orquesta de Londres y el director finés para Ibermúsica en Madrid, se pueden resumir de manera muy simple: Beethoven y la gran tradición por la Philharmonia y su historia con la música del alemán, por otra, Lulu y la modernidad para la batuta de un músico excepcional como Salonen. Ambos, Salonen y Lulu nos siguen pareciendo igual de jóvenes y frescos que en su primer día. Son edades por las que no parecen pasar los años.

Anticipándose al aniversario beethoveniano, Salonen programó como comienzo y final dos obras contemporáneas del de Bonn, la obertura Rey Esteban (trepidante interpretación, pero es una de las oberturas menos favorecidas por la lógica, más parece un campo experimental para la gran música sinfónica que componía paralelamente) y la Séptima Sinfonía, beneficiadas y motivadas ambas por la Philharmonia Orchestra, que puede ser una de las dos o tres orquestas del mundo que mejor han hecho y hacen Beethoven (por cierto, la BBC junto a la Philharmonia acaba de publicar en Blu-ray el colosal ciclo Beethoven que un anciano Klemperer grabó con ellos en mayo y junio de 1970).

Con trompetas naturales y timbales historicistas, la sonoridad más seca y menos sinfónica (balance perfecto, de un lado la suntuosa calidad de maderas y cuerdas frente a la sequedad intencionada de trompetas y timbales) produjo sonoridades muy bellas, pero lo más interesante fue como el ritmo fue la base para crear un discurso sin demasiados aspavientos, algo limitado en su expresión (muy sorprendente mitigar y mucho el clímax del Allegretto tras el fugato -solo acentuado en el primer acorde, pero no en los cuatro siguientes- antes de regresar con sublime belleza a Do mayor), pero de fuertes contrastes, como en el Presto, de elegantes rubatos y un ritmo ternario subrayado casi como de un vals vienés se tratara. Los continuos crescendi marcados con “látigo” por el director y el vigor rítmico del Allegro con brio mostraron la perfección técnica de los londinenses, con la flauta de Samuel Coles brillando en todo su esplendor.

Pero entre medias se había colado Lulu, la femme fatale de guantes Gilda de terciopelo rojo sobre el sinuoso cuerpo de la soprano Rebecca Nelsen, que ha interpretado el rol en escena y por tanto sabe con quién se las gasta. Pero en la suite o movimientos sinfónicos de la ópera, Lulu no es el animal salvaje que deambula de una época a otra y de una alcoba a otra. No es fácil cantar a esta poderosa mujer (y a la Condesa Geschwitz) que surge de La caja de Pandora en un auditorio iluminado en solo dos fragmentos, mientras la orquesta acapara para ella solita los otros tres de los cinco que forman esta maravilla sonora, tan moderna que no se diría que tiene casi cien años. Por ello, Nelsen dio lo mejor de sí, pero la voz no está tan “rota” ni las amargas y aterrorizadas y negras visiones no le vienen de igual manera a la protagonista. Eso sí, Salonen, moviéndose como pez en el agua, trazó progresivamente una suite de intensas oleadas, sabiamente recalcando matices sonoros y armónicos, como las pequeñas citas y los leitmotiv, culminando en unos cuarto y quinto movimientos grandiosos, oleadas de asfixia expresiva de una Europa de nuevo al borde de la catástrofe.

Y como Salonen parece tener ese humor finlandés de un Aki Kaurismäki, tras la sinfonía beethoveniana cambió de registro para regalar, con la orquesta “a tope”, el poderoso arreglo orquestal del bachiano Ragtime (original para piano) de Hindemith.

Gonzalo Pérez Chamorro

Obras de BEETHOVEN (Rey Esteban, Obertura; Sinfonía n. 7) y BERG (Lulu, Suite).
Rebecca Nelsen, soprano. Philharmonia Orchestra / Esa-Pekka Salonen.
Ibermúsica. Temporada 2019/20. Auditorio Nacional de Música.

Foto © Philharmonia Orchestra

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