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Crítica / La Navidad a través de las cuerdas - por Luis Suárez

Tarragona - 18/12/2022

Bajo una reducida plantilla de cuerdas en la Franz Schubert Filharmonia y con la dirección de Krzysztof Wisniewski, concertino de la orquesta, el conjunto diera la bienvenida a las fechas navideñas. Para ello escogió obras maestras, demostrando una fluidez destacable y un buen feeling entre los músicos. No estaban todos los que son pero si eran todos los que estaban. Para ello dedicaron el concierto al concepto de la forma libre de la Suite.

Las tres suites de “Ancient Airs and Dances” de Ottorino Respighi son arreglos de piezas para teclado y laúd del Renacimiento y el Barroco temprano, adornadas con las sonoridades de la orquesta sinfónica moderna. Con solo un guiño al color arcaico en la adición de un clavicémbalo, Respighi se desboca con su paleta de timbres posrománticos.

El gusto por estas piezas depende de la perspectiva histórica de cada uno; dado que este tipo de lujosas partituras de música antigua era común en la época de Respighi (nótese varios otros arreglos famosos de artistas como Elgar, Beecham y Stokowski), donde el compositor había reducido su lenguaje neoclásico a lo esencial, puede ser excusado por algunos como bien intencionados, aunque excesivamente engreídos y dulce. Los fanáticos de la práctica de época auténtica pueden evitar estas piezas, pero se han mantenido populares entre muchas otras por sus melodías pegadizas y seguirán conquistando conjuntos porque la orquestación siempre es halagadora y gratificante, con un conjunto brillantemente dirigido, de una forma vívida y clara, a pesar de las interrupciones constantes del publico entre pieza y pieza.

A pesar de que Ludvig Holberg (1684-1754) vivió la mayor parte de su vida en Dinamarca y fue considerado el padre de la literatura danesa, su lugar de nacimiento fue Bergen, Noruega, y en el bicentenario de su nacimiento, los noruegos lo celebraron con entusiasmo. Incluso como residente de Dinamarca, Holberg recordó su infancia en sus obras y celebró el tiempo que pasó allí. Educado en las universidades de Copenhague y Oxford, se considera que Holberg estableció el danés como lengua literaria. Antes de su época, el danés solo se empleaba en baladas e himnos; las obras se presentaban en francés o alemán. Además de más de una docena de obras de teatro exitosas (varias de ellas comedias), escribió una historia de su país adoptivo y publicó una colección de tratados filosóficos.

A pesar de su relación más sólida con Dinamarca, los noruegos se complacen en reconocer a Holberg, y Grieg, también nativo de Bergen, fue uno de los que dirigió la planificación del evento. Ya en 1878, contribuyó con una tarifa de su editor para la construcción de una estatua de Holberg en Bergen. Además, escribió dos obras, la primera para voces masculinas, una Cantata para la inauguración del Holberg Memorial, y una segunda (de consecuencias más duraderas) titulada “De los tiempos de Holberg: Suite e estilo antiguo, Op.40” El propio Grieg estrenó la suite para piano pocos días después de la inauguración del memorial. Su gran éxito llevó a Grieg a componerla para orquesta de cuerdas al año siguiente, y ambas versiones disfrutan de una popularidad perdurable. Grieg pretendía que la suite en cinco secciones recordara las suites de danza que podrían haberse escuchado durante la vida de Holberg, que correspondía aproximadamente al período del barroco tardío. En la primera sección, marcada como "Praeludium", es de un resplandor tan simple que se imprime de manera inolvidable en la conciencia del oyente. Su cadencia predominante, un motivo de saltos suaves, se escucha en grupos de tres, el segundo y el tercero descienden cada uno un tono completo.

La contrastante Sarabande se mueve sobria, reflexiva y con una elegancia inquebrantable. La gavota que forma la tercera sección tropieza seductoramente en el transcurso de sus tres minutos, cediendo al tempo andante religioso del Aria. La sección final, un Rigaudon, devuelve al oyente el estado de ánimo optimista del preludio inicial. A lo largo de cada una de las cinco secciones, el nivel de invención de Grieg se combina con un refinamiento interpretativo en toda la pureza de sentimiento, con un sonido de cuerda dulce, completo, cálido o incluso limpio, llegando bien la profundidad emocional que caracteriza la música del noruego. Si la versión para piano es ya genial, la misma se presta a un tratamiento de conjunto grande más fácilmente que una pieza de teclado, y la amplitud es idiomáticas para la orquesta de cuerdas, y se mantiene en la vena lírica durante toda su duración. Lástima de nuevo la interrupción de aplausos y toses fuera de tiempo.

Tchaikovsky, con su archiconocida “Suite de El Cascanueces, Op.71a” es el elegido para cerrar el atractivo programa. En un arreglo para cuerdas que mantiene un interés añadido, su Obertura traza una línea ininterrumpida desde los acordes iniciales hasta el primer tema bullicioso, y el desarrollo para la coda resplandeciente, es una alegre apertura del telón; mientras que su suite de danzas acentúa los colores brillantes y los ritmos vivaces de la obra, y las cuerdas son poderosas. Lo que se echa en falta, sobre todo si conoces de memoria la obra es la portentosa orquestación original.

Ya desde el mismo comienzo se mantiene el interés por cada solución elegida para solventar los problemas de la carencia de viento metal, madera, percusión… Un hito musical inesperado del viaje fue el descubrimiento en París del genio ruso de un instrumento llamado celesta, e inmediatamente fascinado con él, ordenó a su editor que obtuviera uno para usar en el nuevo ballet. El hada de azúcar se queda así bastante insípida. El arpa y trompas del “vals de la flores” se extrañan quizás en demasía. Las flautas en los Mirlitons, fagots, oboes… En la suite de 1892 constan extractos del ballet que no se ejecutan en el mismo orden que en el ballet mismo y se ordenan así: Obertura; Marcha; Danza del Hada de Azúcar; Trepak (Danza Rusa); Café (Danza Árabe); Té (Danza China); Danza de los Mirlitons, y Vals de las Flores). Hay más piezas de gran belleza que bien pudieran haber sido admitidas también, pero con lo escogido deja un buen sabor de boca para empezar estas fechas.

Luis Suárez

 

Franz Schubert Filharmonia / Krzysztof Wisniewski

16/12/2022 – Teatre Tarragona

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