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Crítica / La historia burlada (Palau de Les Arts) - por Ferrer-Molina

Valencia - 16/12/2020

Gran música, no suficientemente reconocida en España, la del valenciano Vicente Martín y Soler (Valencia 1756, San Petersburgo 1806), de importantísima carrera en las principales cortes europeas de los tiempos de Mozart. En las últimas décadas parece que se van dando pasos para rectificar esa laguna en la recepción de la historia de nuestra propia música y así el espacio en el que el Palau de les Arts suele programar la ópera barroca recibe el nombre de “Teatro Martín y Soler”. Uno de los músicos españoles que más trabaja para la restitución del lugar de prestigio y popularidad que debería ocupar el compositor es el director musical y gestor, también valenciano y su tocayo de apellido, Cristóbal Soler (Alcácer, 1967). Así que tuvimos “Soler al cubo” en el Teatro Martín y Soler, multiplicado por la dirección de escena y la escenografía de Jaume Policarpo, también de por estos lares, en el estreno de Il tutore burlato (1775), producción propia de Les Arts para su Centro de Perfeccionamiento.

La concepción escénica consistió en la recreación contemporánea de una fantasía de teatro rococó, que contó con un único espacio modificado constantemente por unas bambalinas móviles, decoradas con pinturas de querubines y otros motivos propios del estilo. Éstas iban siendo convenientemente resituadas por los intérpretes para generar la sensación de que estábamos ante una cristalera, en un patio interior, en una calle del pueblo, en el interior de una casa, etc. Fue un juego bastante ingenioso de pocos recursos bien utilizados. Un festival de color que descansó en buena medida en el vestuario de José María Adame.

A todo esto, se añadió, para hacer más hincapié en el hecho teatral, que los cantantes llevaban unas marionetas manipuladas por ellos mismos. Original fue que el pianoforte se hallara sobre el escenario y que el pianofortista Carlos Sanchis, vestido y maquillado como comediante, interactuara escénicamente con los cantantes en una destacable actuación actoral y musical. La ubicación del pianoforte proporcionó, además, mayor inteligibilidad y un color diferente al acostumbrado que mezcló muy bien con la orquesta. En definitiva, una propuesta ingeniosa, fresca y alegre, tal y como lo es la música de Martín y Soler y también lo fue la dirección de Cristóbal Soler.

Y así, en un mano a mano de “Soleres”, el director ofreció una muy acertada lectura de la obra que el compositor escribió en estilo internacional a sus 19 años, cuando todavía no había salido de España, para a continuación iniciar su triunfante trayectoria más allá de nuestras fronteras. Se estableció de principio a fin un clima de ópera bufa bien hilvanado. A David Ferri Durà (Don Lelio) y Gonzalo Manglano (Anselmo) se unieron varios cantantes provenientes del Centro de Perfeccionamiento, por lo que no podíamos tener pretensiones de infalibilidad, pero el resultado general del elenco fue satisfactorio. Éstos fueron, Aida Gimeno (Violante), Oleh Lebedyev (el tutor), Ezgi Alhuda (Menica) y destacando especialmente Omar Lara (Pippo) por su voz amplia y generosa, su facilidad y entonación y su gracia para actuar.

Otro gran trabajo del centro de perfeccionamiento, que pone en esta ocasión todo su talento al servicio de reivindicar esa figura pionera e insigne de la ópera valenciana, española e internacional. Excepto el pobre tutor, que acabó burlado, todos los demás acabamos encantados.

Ferrer-Molina

David Ferri Durà, Gonzalo Manglano, Aida Gimeno, Oleh Lebedyev, Ezgi Alhuda y  Omar Lara. Orquestra de la Comunitat Valenciana / Cristóbal Soler.

Il tutore burlato de Vicente Martín y Soler.

Palau de les Arts de Valencia.

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