Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Impacto y discreción - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 10/11/2021

Un impactante acorde inicial (tutti) al que siguiera el perlado y flexible piano de Kristian Bezuidenhout en el Concierto de Schumann, dio comienzo al quinto programa de la temporada de la Orquesta Nacional de España bajo la dirección de Jaime Martín.

Una energía que, en algún que otro momento, pareció desbordarse dinámicamente en sus pasajes de orquesta para, eso sí, someterse de inmediato al sonido del solista cuando éste tomaba, metafóricamente hablando, "la batuta".

En un primer movimiento, Allegro affettuoso, con jerarquía independiente en esta emotiva pieza del repertorio, una espléndida cadencia a solo, con brevísimos incisos, silencios intercalados en un ejemplar sentido de articulación y fraseo, intenso sin necesidad de hacer uso de fatuos decibelios, Bezuidenhout (por cierto, al estilo-Richter, con partitura en atril) presentó sus credenciales para el resto de este completo movimiento y, por ende, para los otros dos que, sin solución de continuidad entre sí, se siguen.

A la postre, un bello Schumann al piano, un tanto chopiniano en su tersa ejecución, de lleno en el meollo de la tradición interpretativa romántica para este instrumento rey pero, sobre todo, al margen de efusiones dinámicas o ánimos voluntaristas. Toda una lección al teclado, transparente, intenso y ágil, elegante y, por tanto, poderoso.

La Romanza en la menor de Clara, Wieck o Schumann, como ustedes deseen, completó como propina a solo de Bezuidenhout, con delicadeza, este cuidado cuadro musical doméstico. Un piano desnudo, elocuente y perlado, lo dije e insisto, con claro y formado sentido de la articulación, transmitido a través de dos partituras de muy diverso porte: desde la más ambiciosa que escuchamos en el Concierto, o, con verdadero savoir-faire, en esta otra pieza, de carácter más íntimo y discreto, pero no menos expresivo. Más comprometida, además, en estas grandes salas modernas.  Touché.

La segunda parte trajo a colación otro autor frecuentado del repertorio, Antonín Dvořák, pero en una obra sinfónica no demasiado programada por estos pagos, a la sombra de sus Octava y célebre Novena. La Sexta sinfonía de Dvořák mostró aquella extraversión dinámica, con ajuste agógico y concertación, además de un sentido de la acentuación más implacable que beethoveniano, acendrado ya en la coda del Allegro non tanto inicial, y continuado en un desigual Adagio.

El Scherzo, mostró, al margen de su Trío, con aquella energía y desenvoltura acústica, un ánimo folclórico especialmente afín. Y ya en esta línea, un marcado y expansivo Finale - Allegro con spirito, resuelto en punta (incluso en su mismo acorde final), cerró al alimón, Sinfonía y programa.

Luis Mazorra Incera

 

Kristian Bezuidenhout, piano.

Orquesta Nacional de España / Jaime Martín.

Obras de Dvořák y, Clara y Robert Schumann.

OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

495
Anterior Crítica / Jonathan Tetelman, un joven tenor en ascenso - por Juan Francisco Román Rodríguez
Siguiente Crítica / Diakun, Leonskaja, Ventura y la ORCAM, ¡música maestras! - por Esther Martín