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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Gran final de temporada (Palau de les Arts) - por Juan L. Ferrer Molina

Valencia - 16/06/2021

El Palau de les arts de Valencia cerró lo que, a pesar de la pandemia, ha resultado ser una gran temporada de ópera con la conocida producción del Teatro Real de Madrid firmada por Giancarlo del Monaco que une dos de las más representativas obras del verismo italiano: Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo. Y las une hasta el punto de que se inter-penetran, lo que despertó en su día sus filias y sus fobias y las sigue provocando hoy.

Así, se comenzó con el prólogo de Pagliacci para a continuación hacer Cavalleria para, tras el descanso, seguir con Pagliacci sin su prólogo y pasear por la escena de Pagliacci el cuerpo sin vida de Turiddu, protagonista, pero de Cavalleria. Dos obras de dos autores entremezcladas en un solo programa y con planteamientos estéticos muy contrastantes en cuanto a escenografía, aunque ambas sean fruto de la creatividad del mismo director de escena referido y con el mismo escenógrafo, Johannes Leiacker.

En Cavalleria se llevó la acción a un pueblo-cantera-de-mármol de Sicilia en el que absolutamente todo era blanco y absolutamente todos los personajes vestían completamente de negro. Y casi no hubo lugar para más colores. Pagliacci sucedió en el sur de la península itálica, pero su acción se llevó a los años cincuenta o sesenta y, a excepción de la gran foto en blanco y negro en el fondo de Anita Ekberg en La dolce vita de Fellini, todo estuvo lleno de color, tanto en decorados como en el vestuario de Brigit Wentsch y en la iluminación de Wolfgang von Zoubek.

Sin embargo, ambas historias tuvieron un fondo muy oscuro, ya que el verismo quería copiar la realidad y la realidad que se copió en estos casos narraba desventuras desgarradoras por amores, celos e incomprensiones, que sembraron sufrimiento para todos y se llevaron la vida del protagonista masculino en el primer caso, por duelo, y de la protagonista femenina en el segundo, apuñalada por su propio marido. Siglo y medio después, lamentablemente seguimos recibiendo este tipo de noticias.

La dirección musical del maestro Jordi Bernàcer fue muy correcta y dejó momentos de grandísima calidad. Fue aplaudido en varias ocasiones por sus músicos y él les devolvió el gesto aplaudiéndoles con sus manos. Sería muy injusto hacer una comparativa nostálgica con la dirección que el gran Lorin Maazel desarrolló en su peculiar versión de Cavalleria hace unos años, si no fuera para recordar que Bernàcer era en esos momentos el asistente del gran mito de la dirección y su magisterio brilla hoy sobre el incuestionable artista alcoyano.

La cuerda sonó tan excelsa como en las mejores ocasiones. Con sólo cuatro contrabajos situados en el centro del foso, el volumen fue suficiente e incluso excesivo en algún momento en que rebasaron a algún cantante. Acercando la acción del arco al puente, de la cuerda grave emergió un sonido admirablemente desgarrador.

El covid provocó un gran cambio sobre la concepción original de Del Monaco que afectó a la curiosa ubicación del coro. Ocupó las localidades destinadas habitualmente al público del lateral izquierdo próximo al escenario de primer y segundo piso. Aquello provocó un efecto multifocal muy interesante que no se hubiera dado sin las exigentes medidas sanitarias y dejó aún más cristalinamente clara la enorme calidad del Coro de la Generalidad Valenciana. Sus agudos fueron lisos, potentes y atinados. Su timbre maravilloso. Desgraciadamente se han visto obligados a convocar huelga para protestar por su situación laboral de temporalidad sostenida muchísimo más allá de lo que permite la ley y ante el temor de la pérdida de sus puestos de trabajo. Deshacer o estropear una unidad artística tan consolidada sería un error político imperdonable. Sobre el escenario actuaron un montón de actores como los vecinos de los pueblos que hubieran interpretado los miembros del coro en condiciones normales.

El apabullante y prodigioso formante lírico de la voz de Jorge de León se propagó por la sala como si no hubiera un mañana. El tenor canario volvió a triunfar sobre las tablas valencianas protagonizando ambas óperas y recibió las ovaciones más cálidas del respetable. Extraordinaria también la Nedda de Ruth Iniesta. La Santuzza de Sonia Ganassi alcanzó un enorme dramatismo. No se quedaron atrás el resto del reparto: Amber Fasquelle como Lola, María Luisa Corbacho como Mamma Lucia, Misha Kiria como Alfio y Tonio, Joel Williams como Peppe y Mattia Olivieri como Silvio.

Ferrer-Molina

Sonia Ganassi, Jorge de León, Amber Fasquelle, María Luisa Corbacho, Misha Kiria, Ruth Iniesta, Joel Williams, Mattia Olivieri, etc.

Orquestra de la Comunitat Valenciana y Cor de la Generalitat Valenciana / Jordi Bernàcer.

Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo.

Palau de les Arts, Valencia.

Foto. La Cavalleria rusticana representada en Valencia / © Tato Baeza

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