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Crítica / Fandangos y Tonadillas: fusiona nuestro patrimonio de música, teatro y danza (por Simón Andueza)

Madrid - 20/01/2021

Un nuevo y extraordinario fenómeno meteorológico puso a la ciudad de Madrid, entre otras muchas de España, al borde del colapso. Su nombre, Filomena, que algunos traducen curiosamente como ‘amante del canto’ y que da nombre poético al ruiseñor, se nos quedará grabado en la memoria para siempre. Entre las múltiples cancelaciones o posposiciones de eventos culturales que este pajarillo cantarín puso en grave riesgo fue la producción y el estreno de Fandangos y Tonadillas, formidable espectáculo coproducido entre la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y la Compañía Nacional de Danza (CND) y que por primera vez basa un espectáculo en la música española del siglo XVIII y sus danzas, fusionadas a través de un ingenioso guion teatral que lo convierte en un verdadero espectáculo total.

La inseparable interacción que música y teatro han tenido durante el siglo XVIII español lo demuestran perfectamente el sainete, representación teatral con algunas estrofas cantadas, y la tonadilla escénica, elaborado género musical que incluye pequeños números teatrales. Tomando ambos géneros y a sus autores más representativos -Ramón de la Cruz en el sainete, y Blas de Laserna y Pedro Este en la tonadilla- como base, Alicia Lázaro y Laura Ortega fueron las responsables en unir ambos mundos en un espectáculo moderno junto a los coreógrafos Mar Aguiló y Pau Aran.

La representación constó de ocho cuadros basados cada uno de ellos en una pieza musical diferente que unidos por el libreto conformaron una única obra. Así, comenzó con La Fiesta, en donde el actor Ángel Ruiz nos introdujo, mediante un reflexivo y a la vez cómico monólogo, en su mundo interior, el cual le instiga a tener el deber de estar de fiesta, puesto que “una fiesta es como un oasis en el desierto de la desidia”, en sus propias palabras. Toda una declaración de intenciones que dio paso al resto de musicales, danzables y teatrales números, todos ellos celebrando la fiesta y la vida, algo más necesario y añorado ahora que nunca, con un hilo conductor: la espera de un afamado tenor italiano que nunca llega, y que conformó todo tipo de enredos y situaciones cómicas.

Alicia Lázaro, incansable investigadora de nuestro patrimonio musical y veterana conocedora del mundo teatral con música, transcribió la mayoría de las extraordinarias partituras que pudimos degustar, salvo las de Boccherini y Soler.

De las solistas vocales destacamos especialmente la interpretación de María Hinojosa en la interpretación de la compleja tonadilla Las Murmuraciones del Prado de Laserna, compuesta expresamente para la afamada cantante María Mayor Ordóñez, que contiene unas melodías de amplio registro vocal y difíciles coloraturas que no supusieron problema alguno para la soprano. Su dicción del enrevesado texto fue siempre inteligible, a la vez que fue formidable el carácter burlón que supo imprimir a esta satírica pieza.

Quien dejó boquiabierta a la audiencia con sus cualidades como tenor cómico fue Ángel Ruiz en la tonadilla Arbitrio para comer de Pablo Esteve, mostrando un generoso volumen, una perfecta afinación y un dominio absoluto de la prosodia y sus recursos cómicos y expresivos, destacando la desternillante y verdaderamente compleja cadencia de su aria o las seguidillas finales de la pieza.

El compacto ensemble musical de instrumentos históricos liderado por Alicia Lázaro demostró en todo momento su profesionalidad a la vez que supo mantener en todo momento el tan ansiado tactus estable para que los bailarines pudieran desarrollar su arte sin preocupación alguna. Destacó especialmente Silvia Márquez en el clave interpretando el fabuloso Fandango en Re menor del Padre Antonio Soler, dominando las elaboradas variaciones y mostrando una regularidad intachable en la pulsación, lo que supuso una delicia para las espléndidas improvisaciones a solo de los cuatro bailarines.

A este propósito, los bailarines de la Compañía Nacional de Danza dejaron maravillado a un público siempre expectante y jocoso. Podemos resaltar especialmente la formidable y sensual coreografía de Mar Aguiló realizada sobre el Fandango en Re mayor de Boccherini a cargo de Iker Rodríguez, Sara Fernández y la propia Mar Aguiló.

En definitiva, una deliciosa, divertida y multidisciplinar velada digna de todos los elogios y que maravilló a toda la audiencia congregada en nuestro Teatro de la Comedia. Ojalá sea la primera de muchas. Gracias, Compañía Nacional de Teatro Clásico y Compañía Nacional de Danza.

Simón Andueza

María Hinojosa y Cecilia Lavilla, sopranos. Ángel Ruiz y Rafa Castejón, actores y tenores cómicos. Sara Fernández, Yoko Taira, Iker Rodríguez, Mar Aguiló e Isaac Montllor, bailarines. Beatriz Amezúa, y Marta Mayoral, violines, Laura Salinas, violonchelo, José Ignacio Gavilanes y Silvia Márquez, clave. Alicia Lázaro, guitarra barroca y dirección musical. Laura Ortega, dirección de escena. Mar Aguiló y Pau Aran, coreografía.

‘Fandangos y Tonadillas’. Obras de Luigi Boccherini, Blas de Laserna, Antonio Soler, Luigi Marescalchi y Pablo Esteve.

Temporada de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (coproducción con la Compañía Nacional de Danza). Teatro de la Comedia, Madrid. 16 de enero de 2021.

Foto: Fandangos y Tonadillas, formidable espectáculo coproducido entre la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) y la Compañía Nacional de Danza (CND) / © Alba Muriel

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