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Crítica / El idilio de Dudamel y el Liceu - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 22/09/2022

Las restricciones de la pandemia obligaron a suspender el concierto que, el pasado mes de noviembre, tendría que haber dirigido Gustavo Dudamel en el Gran Teatre del Liceu al frente de la Orchestre de l’Opéra National de París. No obstante, el compromiso, que supone el hermanamiento de esos dos teatros de ópera, se mantuvo y pudo hacerse realidad el 20 de septiembre, cuando director y orquesta abordaron la Sinfonía n. 9 de Mahler. El idilio que Dudamel parece vivir con el Liceu, donde la pasada temporada dirigió La flauta mágica, cobró ese día nueva fuerza.

Mahler ha sido uno de los compositores de cabecera del director venezolano desde los comienzos de su carrera. No es extraño que sea así: la variedad de atmósferas y sentimientos, la heterogeneidad de elementos puestos en liza, todo aquello, en fin, que hace que Mahler definiera la sinfonía como “un mundo que lo contiene todo”, permite a Dudamel dejar volar su fantasía con absoluta libertad, buscar, inventar, casi improvisar dejándose llevar por su intuición. Los hay que consideran su aproximación a esta música como poco ortodoxa, pero lo que nadie puede negar es que el director levanta unas versiones que nunca dejan indiferente. La rutina, sencillamente, es algo que no existe en el vocabulario de Dudamel.

La Novena de Mahler no fue una excepción. Con Das Lied von der Erde, es el testamento del compositor, una obra compleja y contradictoria que expresa la lucha por la vida, la angustia ante la mortalidad y su aceptación final. El primer movimiento, Andante comodo, Dudamel lo inicia con un tempo pausado, incluso lento, que poco a poco va ganando en intensidad y fuerza. A partir de ahí, el director maneja con maestría e instinto dramático las tensiones y distensiones, lo etéreo y lo masivo, logrando momentos de extraordinaria belleza sonora.

En el segundo movimiento, Im Tempo eines gemächlichen Ländlers, es la vivacidad rítmica lo que se impone; es una fiesta en la que los ecos populares acaban diluyéndose en un torbellino macabro resuelto con fantasía por un Dudamel que, más que dirigir, parece bailar. Pero para sorprendente, el Rondo-Burleske que sigue y que la batuta afronta a un tempo vertiginoso, fulgurante, que de manera implacable resalta el componente burlesco y agresivo de esta música. Es un tour de force brutal resuelto de modo impecable. Como lo es también el gran Adagio final, que Dudamel abre con una intensidad en las cuerdas que, a medida que avanza la partitura, aún sabrá incrementar más y más para luego resolver en esa larga coda que se adentra en el silencio.

En definitiva, un concierto memorable que abre de la mejor posible la nueva temporada del Gran Teatre del Liceu, la de su 175 aniversario.

Juan Carlos Moreno

 

Orchestre de l’Opéra National de París / Gustavo Dudamel.

Sinfonía n. 9 de Mahler.

Gran Teatre del Liceu, Barcelona.

 

Foto © Paco Amate

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