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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / El Código Vivaldi - por Darío Fernández Ruiz

Santander - 23/08/2021

En los tiempos posmodernos que corren, hay algo profundamente subversivo en I Musici, la agrupación italiana que protagonizó la segunda y muy concurrida velada barroca del Festival Internacional de Santander. Algunos reprobarán su incansable reivindicación del tantas veces denostado Antonio Vivaldi, de quien el viejo chiste afirma que escribió quinientas veces el mismo concierto (tan evidente resulta su estilo); habrá otros que les reprochen su insistencia en las Cuatro estaciones, tan manidas que incluso una conocida compañía de seguros se sirvió hace unos años de una de sus celebérrimas melodías para un anuncio radiofónico por lo demás hilarante. Los que están a la última en todo, en fin, desconfiarán de unas prácticas interpretativas “superadas”, la avanzada edad de la mayoría de sus miembros, la escasa representación femenina -sólo dos mujeres en sus filas-, su anodina indumentaria al estilo de Men in Black o el irritante hecho de que, setenta años después, sigan llenando salas de conciertos con semejantes planteamientos.

Creo que el éxito cosechado por la formación romana en la Sala Argenta del Palacio Festivales no sólo fue inevitable sino también merecido. Independientemente del imán que las Estaciones ejercen sobre el gran público y que hoy se estilen corrientes interpretativas más “modernas”, al final es la música -y la categoría de los intérpretes- lo que se impone.

Puede que resulte absurdo a estas alturas explicar la belleza de ese combate entre la razón y la imaginación que se libra en las Cuatro estaciones, pero no lo es en absoluto volver a escuchar unas piezas que, como nos recuerda Marc Vignal, ya estaban de moda hace trescientos años. Ni creo que sea disparatado afirmar que, desde 1951, los Musici han contribuido mucho a que la cosa no decaiga.

Es evidente que Vivaldi no tiene secretos para ellos y que conocen esta música del derecho y del revés, con sus notas repetidas y sus progresiones por quintas. Puede que no hayan descubierto nada, pero su sonido cristalino y su pureza técnica nos revelan, una y otra vez, los felices e innumerables destellos dell’invenzione que iluminan estas partituras. Personalmente, me pareció que los producidos por el violín de Marco Fiorini y el cello de Pietro Bosna estuvieron entre los más grandes, pero en ningún caso fueron los únicos. Aplaudidos y animosos, los doce músicos de negro, que habían acompañado a un inspirado Sergei Yerokhin en los dos conciertos de Bach que abrieron el programa, obsequiaron al público con “un poquito más de Vivaldi” y Avison/Scarlatti. Después de casi dos horas de concierto, sólo un misterio quedó por resolver: ¿por qué Roberto Gambioli tocaba el contrabajo descalzo?

Darío Fernández Ruiz

I Musici. Sergei Yerokhin (piano)

70º Festival Internacional de Santander

Foto © Festival de Santander - Pedro Puente Hoyos

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