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Crítica - El CNDM y la audacia de la recuperación

Madrid - 30/10/2019

La nueva temporada de Universo Barroco del CNDM vuelve a apostar fuerte por la recuperación histórica de música española. Gracias a esta iniciativa y a la incansable labor de rescate y edición de los musicólogos Toni Pons y Raúl Angulo, hemos podido disfrutar de uno de los mejores ejemplos de la música escénica hispánica del siglo XVII, la zarzuela Coronis.  

Coronis es una obra llena de misterios. Atribuida tradicionalmente a José Literes, sólo existe una copia conservada en los fondos de la Biblioteca Nacional, sin portada ni libreto. No hay  tampoco noticia alguna del motivo de su composición -en ocasiones eran encargos para festejos reales- ni de su estreno. Su atribución reciente a Sebastián Durón (1660-1716) y su clasificación como zarzuela o primer ejemplo de ópera española ha suscitado un sano debate, sustentado por la edición crítica de la obra realizada por Pons y Angulo.

Según la clasificación de géneros dramáticos utilizado en la época, Coronis es una zarzuela totalmente cantada y no una comedia mitológica por el menor número de actos o jornadas, la plantilla de cantantes más reducida y por el argumento más ligero, generalmente amoroso o pastoril frente al más serio y doctrinal de la comedia.  Si seguimos la clasificación actual, Coronis sería una ópera al no contar con partes habladas. No hay acuerdo en la musicología en cuanto a la atribución de la música. La variedad y contrastes estilísticos - arias da capo italianas, interludios instrumentales de sabor francés, tonadas y recitados en un estilo hispano- hacen pensar en una autoría múltiple.

Los “pasticcio” u obras realizadas por varios compositores eran frecuentes en la Europa del siglo XVII. Por otro lado, gran parte de la música participa de las características propias de Sebastián Durón: el cuidado casi obsesivo en la expresión del texto, la plantilla de los cuartetos vocales -o “cuatros”- utilizando dos sopranos, alto y tenor, el mayor uso de compases ternarios, el cromatismo, el empleo de tonalidades con más alteraciones, las modulaciones complejas, y una peculiaridad propia del compositor, el uso de violines punteados como en el aria “Premie mi amor”. Con respecto a la atribución del texto, características métricas y la caracterización de algunos personajes hacen pensar que podría ser de Antonio Cañizares, estrecho colaborador de Durón desde 1696.  Opera o zarzuela, “pasticcio” o producto de Sebastián Durón, al final lo importante es que es una muy bella música, de gran calidad  y que sin duda merece la pena rescatar de los archivos y trasladarla a los escenarios.

Tal y como justifica Luis Antonio González en sus interesantes notas al programa, Coronis tiene una instrumentación peculiar: dos partes de violín, dos de oboe, dos de flautas y de violone optativas más el bajo continuo. No hay partes de viola, ni de clarín. Este último se incluye por decisión del director y musicólogo en los fragmentos más solemnes o bélicos. Otra licencia ha sido incluir una sinfonía instrumental reconstruida sobre el bajo de la sinfonía de Muerte en Amor es la ausencia de Durón.

La zarzuela, al no contar con portada, recibe el nombre de Coronis, el personaje principal. El argumento está tomado de la mitología griega y narra la pugna entre la ninfa Coronis (Olalla Alemán) y el monstruo Tritón (Marta Infante) que, enamorado de ella, la persigue con tal insistencia que obliga a Apolo (Eugenia Boix) a darle caza. Paralelamente Neptuno (Estefanía Perdomo) lucha contra Apolo para conseguir los cultos de la región de Flegra. Finalmente Coronis, agradecida por haberle librado de Tritón, elige a Apolo como titular de los cultos. Completan la trama Proteo (Jesús García Aréjula) a modo de con consejero y la pareja de graciosos, Sirene (Aurora Peña) y Menandro (Diego Blázquez) que con sus comentarios aportan el contrapunto terrenal y el nexo de unión con las comedias habladas.

El argumento establece un claro paralelismo entre la rivalidad Neptuno-Apolo y Borbones-Habsburgo en la Guerra de Sucesión. La plantilla vocal estaba bien elegida, ya que gran parte de las voces son habituales colaboradores de Los Músicos de su Alteza y están experimentados en las exigencias vocales y musicales del XVII español que no son pocas. Olalla Alemán logró como siempre que la envoltura aterciopelada de su voz y una cálida expresividad afectiva dieran lustre a Coronis. A un alto nivel interpretativo y vocal estuvieron también las sopranos Aurora Peña y Estefanía Perdomo. La primera unió la gracia y el desparpajo interpretativo con la extrema facilidad y precisión en el registro agudo. La segunda, con un bella y homogénea paleta vocal resultó también arrolladora como el malvado Neptuno.

Eugenia Boix sigue haciendo gala de buen oficio con una voz en ocasiones demasiado ligera, pero que abordó con soltura su Apolo, especialmente en “Atended, parad”. De Marta Infante no negaremos su enorme experiencia en las lindes del Barroco español y eso ya es un grado. Su papel de Tritón era difícil, con muchos saltos y cambios de registro, pero este factor no justifica los continuos  y evitables portamentos que enturbiaron algo su interpretación. Jesús García Arejula y Diego Blázquez defendieron correctamente sus roles, aunque los dos adolecieron de los mismos puntos débiles: irregular línea de canto y agudos descubiertos o justos. Diego Blázquez finalmente remontó en la desbordante aria “El marido que sufrido” y dio buena réplica a la brillante intervención de Aurora Peña en el dúo de graciosos.

La parte instrumental mantuvo la magnífica calidad a la que nos tiene acostumbrados Antonio Luis González que como siempre alternó el clave en los recitados y la dirección. Conciso y eficaz en el gesto, consiguió variedad de contrastes de tempi, dinámicas, un chispeante fraseo y un sonido pleno y afinado pese a los pequeños desajustes de la sinfonía inicial. La orquesta demostró su maestría con creces a lo largo del resto de la representación en la que sobresalieron Francisco Gil y Pepa Megina en los oboes- esta última hizo doblete con la flauta-, Josías Rodríguez y Nacho Laguna en las tiorbas y guitarras y Alfonso Sebastián que alternó el clave con el positivo en el continuo.

La prolongada ovación del público demostró varias cosas: que ya hay un camino hecho en la recuperación y difusión de nuestro patrimonio musical, que grupos e intérpretes españoles caminan por la misma senda de  calidad y excelencia que el resto del panorama musical internacional y que las apuestas audaces como la del CNDM, recogen sus frutos.

Mercedes García Molina

Olalla Alemán, Eugenia Boix, Estefanía Perdomo, Marta Infante, Aurora Peña, Diego Blázquez, Jesús García Aréjula / Los músicos de su alteza/ Luis Antonio González, clave y dirección
Coronis de Sebastián Durón
Ciclo Universo Barroco, CNDM. Auditorio Nacional de Música, Madrid. 27/10/2019

Foto © CNDM - Elvira Megías

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