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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Dinámicas confrontadas (Liceo de Cámara - CNDM)

Madrid - 09/11/2020

El violonchelo de Gautier Capuçon es garantía de gusto estético y terso sonido al servicio de una cuidada  expresividad y, claro está, del contrastado dominio técnico preciso. Dominio que destaca el marcado protagonismo no ya de la sonoridad, sino de la propia personalidad del violonchelo. Junto a él, la articulación técnica fulgurante de Gabriela Montero al piano, ofrecía un ágil contrapunto para erigir, en la sala de cámara del Auditorio Nacional de Música de Madrid, un distintivo programa romántico. Tradicional programa tripartito que ofreció sus mejores galas a partir de su sección central.

Las Piezas de fantasía de Schumann tuvieron extraño carácter telonero, de relativa adaptación entre dos visiones ciertamente diversas. Dos visiones que, materialmente, sobre las mismas tablas, adoptaron, de principio a fin, posiciones una a espaldas de la otra. Para mirarse, al soslayo, eso sí, en los momentos de mayor compromiso, tenía que girarse el músico más concertante y preocupado. Una cuestión, la de adoptar posiciones sin línea visual, que no acierto a entender, ni aún en música de cámara, que se supone especialmente preparada a la sazón, y mucho menos en ninguna otra, más aún, teniendo, como era el caso, todo el espacio del escenario a su disposición.

La Segunda sonata de Mendelssohn ofreció con el paso del tiempo, momentos más estimulantes y fue en su inspirado segundo movimiento, Allegretto scherzando, donde las piezas de este puzzle encajaron tras un primer movimiento en similar línea técnica que el Schumann previo. Por cierto, una inercia imparable, la de este arranque, Allegro assai vivace, que despertó siguiendo aquella dinámica, furtivos aplausos espontáneos.

Y es que ya desde aquél, algo más calmado, Allegretto pizpireto y juguetón -scherzando-, en adelante -Adagio y Finale-, el acercamiento de posturas entrambos fue más fructífero. Así, el resuelto remate de la Sonata de Mendelssohn -Molto allegro e vivace-, dio paso a la Sonata de Rachmáninov.

Aquí las aguas ya estaban en otro cauce y dieron con una versión ajustada al relativo protagonismo de cada uno, que no es sino el protagonismo de la obra en sí, y de su autor, claro, no lo olvidemos. Una obra, está exitosa Sonata del ruso, de contumaz fervor melódico donde la técnica expresiva de Capuçon quedaba más de relieve.

Dos Rachmáninov, siempre de garantizado tirón popular, extendieron a renglón seguido aquella atmósfera melosa extenuante. Dos célebres propinas que agradecieron así, por partida doble, la ovación recibida, a saber: su, mucho más frecuente en esta guisa, Vocalise y, para terminar ligeros de equipaje, sin demasiadas pretensiones, un breve arreglo para ambos, de la decimoctava variación de la Rapsodia sobre un tema de Paganini, ambas del propio Rachmáninov.

Un broche final, fuera de programa, relajado, para un concierto que se había movido a menudo, con abundantes dosis de confrontado dinamismo.

Luis Mazorra Incera 

Gautier Capuçon, violonchelo, y Gabriela Montero, piano

Obras de Schumann, Mendelssohn y Rachmáninov

CNDM. Auditorio Nacional de Música. Madrid 

Foto © CNDM - Elvira Megías

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