Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Desigual - por Juan Manuel Ruiz

Madrid - 27/02/2022

El flautista Emmanuel Pahud y la Orchestre de la Suisse Romande, todos bajo la dirección de Jonathan Nott, fueron los protagonistas del último concierto sinfónico de Ibermúsica en Madrid, en el que interpretaron obras de J. Ibert y G. Mahler.

Se inició este evento con el Concierto para flauta y orquesta de J. Ibert, con E. Pahud como solista, que se presentaba por primera vez en Ibermúsica. Flautista y formación estuvieron perfectamente nivelados desde el Allegro bajo la batuta de un J. Nott muy atento al detalle y manteniendo, en todo momento, el adecuado balance entre las partes implicadas.

Pahud exhibió, con absoluta seguridad en el escenario, su innato dominio del instrumento mediante un sonido nítido en emisión y de proyección amplia, impecable color, fluidez y precisión en los pasajes rápidos, elasticidad en los cambios de registro, fraseo muy expresivo y articulaciones y acentos muy bien remarcados. Fueron destacables, además, sus interacciones con el clarinete y la trompa en este primer movimiento.

Sutil entrada en pianissimo del solista sobre violines y violas con sordina en el Andante. El carácter lírico y reposado –muy francés­– del movimiento quedó bien expuesto y matizado por Pahud, desplegando un fraseo dilatado y continuo, con diálogos de gran naturalidad e imbricación con el violín solista o la trompa, así como un perfecto control del vibrato de su instrumento. Nott fue el perfecto catalizador entre solista y formación buscando, ante todo, la claridad y belleza en la parte orquestal, más intensificada en su episodio central.

Finalizó esta obra con el Allegro scherzando donde Pahud volvió a exhibir su agilidad de articulación y fluidez en los pasos a los distintos registros de la flauta. Todo ello quedó más que evidente en los cambios de técnica, frullati y armónicos en la última cadencia, y trinos al final del movimiento. La contención de la orquesta por parte de su director titular restó, sin embargo, brillantez y fluidez en los ataques rítmicos, cambios de tempo y compás. 

Muy aplaudido por el público, E. Pahud regaló como bis la pieza Jade, para flauta sola, de Octave Ferroud.

Como colofón del concierto, la Orchestre de la Suisse Romande y J. Nott interpretaron la Sinfonía Núm. 5 de Gustav Mahler. La trompeta solista abrió la Trauermarsch con desenvoltura, siendo un elemento de acertada y continua presencia a lo largo de este primer movimiento. La orquesta adoleció de la energía adecuada en los ataques en fortissimo marcados al inicio de la partitura, así como en los contrastes dinámicos y de carácter propios de la escritura mahleriana. El movimiento transcurrió sin lograr su pathos trágico, a pesar de la claridad gestual de Nott y el empaque sonoro de la orquesta.

Formación y director abordaron el segundo movimiento –Stürmisch bewegt– con mayor decisión e implicación, aunque sin conseguir los claroscuros que Mahler demanda en los pentagramas. Hubo ciertamente momentos de gran sutileza, como las intervenciones de los violonchelos, de bello fraseo y sutil sonoridad. El Scherzo mostró más claridad en la exposición de su compleja filigrana polifónica y elegancia en el tema de los violines. Nott conoce muy bien la partitura y saca a relucir cada detalle con sutileza y precisión, aunque sea a costa de no sumergirse a mayor profundidad en el mundo complejo y subjetivo que emana de esta sinfonía.

Un punto de inflexión se produjo en el Adagietto, en el que el Maestro y la sección de cuerda parecieron encontrar el punto de comunión apropiado. Nott dirigió con convincente gestualidad y entrega desde los límites del perímetro del podio, llevando la interpretación a cotas más elevadas en expresión lírica y musicalidad.

El Rondo-Finale culminó con elocuencia y brillantez la sinfonía. Los fugatos fueron expuestos con precisión, así como la construcción paulatina del grandioso Finale, aunque faltó más recreación interpretativa en la sección intermedia del movimiento. La versión realizada se mostró, en suma, desigual, con momentos muy logrados y otros de visible carencia en intención. Director y orquesta desarrollaron un trabajo titánico, desgranando cada parte de esta paradigmática obra sinfónica, que parece, en ocasiones como la descrita, resistirse a mostrar todas sus riquezas incluso a los mejores traductores que la puedan enfrentar.

      

Juan Manuel Ruiz

 

Emmanuel Pahud

Orchestre de la Suisse Romande / Jonathan Nott

Obras de J. Ibert, y G. Mahler

Ibermúsica. Auditorio Nacional, Madrid

Foto © Rafa Martín - Ibermúsica

469
Anterior Crítica / Preciosas muestras del Álbum de Anna Magdalena Bach - por José Antonio Cantón
Siguiente Crítica / La OCNE trae la energía de la juventud al escenario y a la platea - por Alicia Población