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Crítica / Debut de James Ehnes con un Brahms de referencia - por Juan F. Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 12/06/2024

El primer concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria del mes de junio, a cargo del titular de la agrupación, Karel Mark Chichon, unió una de las piezas más queridas del repertorio sinfónico, el Concierto para violín de Brahms, con una rareza, 3ª Sinfonía de Dvorák, estreno para la orquesta.

La Tercera Sinfonía de Dvorák es una pieza escasamente interpretada que no merece esa falta de atención por parte de intérpretes y público. Escrita en unos inhabituales 3 movimientos, sin Scherzo. No es una obra redonda en su equilibrio estructural, el tercer movimiento no está a la altura de los otros dos, pero tanto el primer movimiento, en la habitual forma sonata con dos temas claramente contrastados, como el segundo, un amplio y muy expresivo adagio que dura tanto como los otros dos juntos, presentan ya las características de su autor, con unos temas que destacan por su atractivo melódico y elevada expresividad, desarrollados e instrumentados con el personalísimo sello de su autor.

Pese a ello, aún se puedan escuchar ecos de otros autores a los que el bohemio admiraba: del Tannhäuser, trombones y contracanto de las cuerdas en los grandes climax del primer movimiento. La sección central del adagio, en tempo de marcha, recuerda en mas de un momento a las de Lohengrin y el Finale evoca a Berlioz en su sonoridad general, especialmente en el tratamiento de las maderas.

Chichón nos dejó una lectura excelentemente estructurada, cantando generosamente los amplios y bellos temas, especialmente en los dos primeros tiempos, con un primer movimiento donde los dos temas principales fueron atractivamente confrontados en su disímil carácter y un adagio que reflejó sin brusquedad las transiciones entre las distintas secciones que lo conforman, haciendo gala de un lirismo de amplio aliento, de texturas certeramente equilibradas. En el tercer movimiento, el más flojo de los tres, prescindió de las repeticiones, lo que si bien evitó fatigosas reiteraciones, contribuyó aún más a desequilibrar una obra ya inestable en su estructura general.

Para el Concierto de Brahms se contó con la presencia de James Ehnes, que debutaba en la isla. El canadiense, que no se ha prodigado en nuestro país, dejó una lectura impecable de uno de los conciertos de referencia del repertorio, luciendo un sonido de gran atractivo tímbrico en todos los registros de su Stradivarius Marsick de 1715, afinación intachable y exquisita musicalidad. Muy equilibrado en su uso del rubato, que utilizó con mesura para destacar los momentos más introspectivos sin romper la unidad del discurso, superó con facilidad los más complejos pasajes virtuosísticos, dobles y triples cuerdas incluidas, haciéndose escuchar con claridad incluso en los pasajes orquestales más densos, a lo que contribuyó una dirección de Chichón atentísima, que recogía y soltaba el sonido orquestal a voluntad, admirablemente balanceado, tanto en su relación con el solista, como entre las diversas secciones de la orquesta, que volvió a dejar constancia del gran momento que atraviesa el conjunto grancanario.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

James Ehnes, violín.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria/Karel Mark Chichon.

Obras de Dvorák y Brahms.

Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.

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