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Crítica / De la vida y la muerte - por Mercedes García Molina

Granada - 28/06/2023

Comienza el Festival Internacional de Música y Danza de Granada con un importante y doble debut: la primera vez que toca la Filarmónica della Scala entre las piedras de Carlos V y la primera vez que Riccardo Chailly- su titular actual- sube a un podio en el festival granadino. Desde su fundación en 1982 por Claudio Abbado, han estado al frente de la formación directores como Bernstein, Toscanini, Giulini o Muti.

La Filarmonica della Scala es una orquesta de foso relativamente versátil, ya que no sólo centra su actividad en la ópera, sino que también realiza giras e incursiones a otros repertorios. A Granada han traído un programa peculiar que aúna a dos compositores rusos muy distantes entre sí estética y temporalmente, Serguéi Prokófiev y Piotr Illich Chaikovski, con su Séptima Sinfonía y Sexta Sinfonía “Patética” respectivamente.

¿Qué une a dos personalidades y obras tan aparentemente distintas? En principio la muerte, ya que ambas  sinfonías fueron las últimas obras del catálogo de ambos compositores. Pero más allá de eso, el complejo programa hila más fino y tal y como indica en las notas al programa Pablo L. Rodríguez,  aquí “la felicidad suena a tristeza y viceversa”.

La Séptima Sinfonía de Prokófiev data de 1952, último periodo de un compositor presionado políticamente por el régimen soviético y enfermo. Agobiado por las deudas, adapta en parte el lenguaje y el carácter de la sinfonía al Decreto Zhdánov e incluso le añade una alegre coda con las esperanza de ganar el Premio Stalin. Escrita para la División de Radio Infantil soviética, es clásica en la forma y aparentemente sencilla y jovial, pero en ella subyacen la amargura y la melancolía.

En la situación opuesta se encuentra la génesis de la Sexta Sinfonía de Chaikovski. Fue terminada en el verano de 1893, durante el periodo más dulce de su existencia en el que por fin la buena acogida de su música por parte del público estaba acompañada por la aceptación de sí mismo y de su homosexualidad.  La consideraba una “sinfonía programática” en la que el guion eran propios sentimientos. Nada podía predecir que ocho días después del estreno el compositor encontraría la muerte. La falsa jovialidad enmascara la tristeza de Prokofiev y el posterior sobrenombre de “Patética” enturbia  la percepción de la felicidad y alegría que expresa en algunos momentos la sinfonía de Chaikovski.

En cualquier caso, la Filarmonica della Scala salió a las tablas con no todas las cartas de la baraja a su favor. Ataviados con impecable frac pese a las altas temperaturas, ocuparon un escenario a todas luces estrecho para una plantilla tan grande. La falta de descanso (habían viajado ese mismo día), de más ensayos previos y la acústica del palacio (no siempre buena según qué músicas), marcaron un comienzo irregular con Prokófiev.  Hubo ligeros desajustes rítmicos en el primer movimiento, y hasta el final del segundo -un vals- el avance de la música era pesante y las cuerdas no muy obedientes con tempo que les indicaba el maestro. Sin embargo, Chailly continuó inalterable marcando con gesto conciso y firme, sin permitir ninguna concesión a la orquesta. A lo largo del tercer y cuarto movimientos fue manejando con precisión quirúrgica el complejo entramado de texturas y timbres construido por Prokófiev hasta desembocar en el vertiginoso final donde destacaron la buena conjunción de los grupos de viento y percusión en unos diálogos nada fáciles.

Claramente más concentrada, la Filarmonica abordó la Sexta Sinfonía de Chaikovski y fue aquí donde se pudo apreciar la magnífica dirección de Chailly en todo su esplendor. Puede ser que faltara cierta delectación el el lírico tema central del primer movimiento, o que la conjunción de la cuerda no fuera absolutamente perfecta, pero el milanés consiguió trazar todos y cada uno de los innumerables cambios de dinámicas y agógicas y mostrar de forma extraordinaria las coloristas líneas melódicas características de Chaikovski.

El bello sonido orquestal de la Filarmónica también se hizo evidente aquí, destacando la redondez de las cuerdas graves y la notable intervención de los vientos,  muy expuestos en todo momento.  Con gesto más amplio y libre que en la primera parte del concierto, Chailly avanzó con flexibilidad y ligereza a lo largo del Allegro con Grazia y continuó con el mismo carácter apasionado pero ingrávido hasta el impetuoso final del tercer movimiento. Sin transición alguna inició el cuarto movimiento, reflexivo y dramático,  marcando así un contraste  brutal con el movimiento anterior. Con un entendimiento profundo de la retórica expresiva de Chaikovski, Chailly condujo de forma magistral la trágica tensión del cuarto movimiento hasta su disolución en el sobrecogedor pianissimo de los últimos compases.  Después, el silencio que se hizo en el patio fue el mejor reconocimiento del público.

Como decía Abbado, “Es el silencio al término de una sinfonía lo que da sentido a la sinfonía misma, tal y como es la muerte lo que da sentido a la vida”.

Mercedes García Molina

 

Filarmonica della Scala

Director: Ricardo Chailly

Sinfonía nº 7 en do sostenido menor, op. 131 de Serguéi Prokófiev; Sinfonía nº 6 en si menor, op. 74 «Patética» de Piotr Ilich Chaikovski

Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Fecha y lugar: Palacio de Carlos V, domingo 25 de junio de 2023.

 

Foto © Fermín Rodríguez

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