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Crítica / Con Tatiana Nikolayeva en el recuerdo - por José Antonio Cantón

Granada - 10/07/2022

Entre los grandes nombres del teclado que el Festival de Granada ha reunido en su programación de este año hemos podido disfrutar del exquisito arte de la pianista rusa Yulianna Avdeeva, ganadora de la decimosexta edición del prestigioso Concurso Internacional de Piano Frédéric Chopin de Varsovia celebrado el año 2010, adentrándose en algunas de las obras maestras de Bach para clave aderezadas por dos preciosas incursiones contrapuntísticas de Shostakovich que sirvieron de alternante contraste.

Con una serenidad espiritual que me hizo recordar a la que transmitió su paisana, la mítica pianista Tatiana Nikolayeva la tarde del 22 de junio de 1991 en el Auditorio Manuel de Falla con las Variaciones Goldberg, dentro la programación del Festival de aquel año, inició Yulianna Avdeeva su recital en ese recinto alhambreño singular cual es el Patio de los Arrayanes, por cuyo escenario han pasado los intérpretes más relevantes de las últimas siete décadas.

Simultáneamente a este recuerdo pude percibir de inmediato la clara distinción armónica que iba a desarrollar en la interpretación del Preludio que inicia la Segunda Suite Inglesa en La menor, BWV 807, obra con la que se abría el recital. Así quedaban perfectamente contrapuestos sus dos temas dominantes expuestos con una muy igualada dinámica que realzaba la belleza de su contrapunto, que adquiría mayor luminosidad en la cadencia que precede al final de este primer número en el que la pianista generó una más destacada emocionalidad. Un expresivo carácter imitativo desarrolló en la preciosa Allemande subsiguiente, haciendo un perfecto juego con sus voces.

Destacó en la inversión final de la Courante antes de adentrarse con elegante serenidad en la zarabanda que le sucede, desarrollando al detalle toda la ornamentación dictada por el compositor en su intención de realzar su preciosa y precisa armonía. Esta inquietud fue la constante de su interpretación de las dos Bourrées tratadas con esa alternante prevalencia de las dos notas que mejor definen una tonalidad, la que la denomina de partida y aquella que justifica la perfección de su acorde determinante. La giga final fue una contenida explosión de alegría, percibiéndose el conjunto de la suite como el gozoso resultado en concepto y forma de un trabajo bien hecho, de muy trascendente musicalidad.

El primer contraste del recital vino propiciado por la finura y sentido empleados en la interpretación del Preludio y fuga en Re, Op. 87-nº 5 de Dmitri Shostakovich que, como toda la colección a la que pertenece, está dedicado a Nikolayeva. Con jovialidad manifiesta, expresó el carácter popular que subyace en el primero y la simplicidad de la música infantil que anima la segunda, dejando una sensación de asombrosa delicadeza. Sirvió como introducción a la Toccata, BWV 912 de Bach, en la misma tonalidad, que tocó a continuación. Engarzó sus dos movimientos de tocata extremos con los cuatro centrales a modo de suite dando un destacado sentido de unidad a esta pieza que la expuso pensando más en su naturaleza experimental que sus posibilidades expresivas, lo que justificaba su ensayística interpretación.

Volvía a continuación al insigne sinfonista de San Petersburgo con su inacabado Preludio y Fuga en do sostenido menor que completaría Krzysztof Meyer, compositor y musicólogo polaco, amigo y biógrafo de Shostakovich, lo que dejó patente el alto grado de interiorización que tenia del pensamiento musical del ruso.

El recital se encaminaba a su terminación con la Segunda  Partita en Do menor, BWV 826 del más sublime Cantor de la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig. Su interpretación significó mostrar el conocimiento y sentido que la pianista tiene del teclado bachiano apreciándose una identificación que recuerda a la que tenía la anteriormente mencionada Tatiana Nikolayeva, referente absoluto junto al canadiense Glenn Gould de la música de Bach para clave llevada al piano.

Avdeeva presentó la obra con la gravedad que pide el Adagio que abre su inicial Sinfonía, que trató con clara distinción en sus estilos como el realzado arioso de su Andante central. Con una actitud de tranquilidad transmitió la Allemande, recreándose en su pesante aire que fue contrastado con la alegría que desprende la Courante que le seguía, cuya complejidad de ritmos encontrados superó con distendida expresividad. Reflejó cierto aire italiano en el tratamiento de la zarabanda, haciendo que su bajo continuo generara sensación de confortable placidez en el oyente. Un sentimiento de jovialidad prevaleció en su exposición del rondó, que imitó a la francesa, para terminar con una seductora y brillante versión del Capriccio que cierra la obra. Dejaba así la incontrovertible impresión de ser una consumada intérprete de Bach, llamada a situarse entre los mejores pianistas de su generación en el tratamiento de la obra para teclado de este gigante del contrapunto.

Yulianna Avdeeva, para despedirse no pudo substraerse a un apunte romántico, y así tocó de primer bis con la Segunda Bagatella del Op.1 del compositor kievita Valentín Silvestrov, convirtiendo su aire moderato en una meditativa peroración melancolía. Este sentimiento calaba en el ánimo del oyente con especial incidencia emocional. Precioso remate para un hermoso recital, digno de la mejor tradición “arrayanesca” del Festival.

José Antonio Cantón

 

LXXI Festival Internacional de Música y Danza de Granada

Recital de piano de Yulianna Avdeeva

Obras de Juan Sebastián Bach y Dmitri Shostakovich

Patio de los Arrayanes de la Alhambra. 04-VII-2022

 

Foto © Fermín Rodríguez

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