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Crítica / Camarena, emocionante y ‘saleroso’ - por Carlos Tarín

Sevilla - 14/02/2024

Cantó Javier Camarena por primera vez en Sevilla en noviembre de 2017 y traía como tarjeta de presentación un programa de los de rompe y rasga, rompevoces, diríamos. Sin embargo, en esta ocasión lo apostaba todo a Tosti, dado el amor y la admiración que durante toda su vida ha sentido por su música. Él mismo reconocía que ha sido habitual en los programas de los grandes tenores como momento romántico, como propina o como ´descanso´: pero todo un programa no dejaba de resultarnos muy arriesgado.

Con su natural afable, cercano, se anticipaba al pensamiento de los melófilos, recordando que en aquel programa del 2017 empezaba apostando por el sevillano Manuel García, y que a él le gusta abrir caminos y salir de lo trillado, y entendemos por lo tanto que es lo que pretendía sacando a Tosti de la mera condición de ‘telonero’.

Recordemos que el compositor de Ortona, en los Abruzzos, hizo fortuna en Londres, llegando a ser maestro de canto de la reina Victoria I y posteriormente de su sucesor, Eduardo VII. Del predicamento que tuvieron sus canciones en la capital británica habla su abundante producción, principalmente canciones (unas 500), lo que nos hace pensar en una fórmula magistral para acertar prácticamente siempre y que no se aleja de estructuras sencillas, con armonías accesibles al oído, pero sobre todo de ámbito reducido, melodías por grados conjuntos, sin alteraciones difíciles de entonar, ya que principalmente iban dirigidas a su interpretación en los salones londinenses por aficionados a los que no se les podía pedir ni un mediano virtuosismo vocal e instrumental (con sus excepciones).

A cambio, nuestro autor aportaba ese sentido innato de la melodía sentida y directa de ascendencia napolitana, a lo que se sumaba los juegos armónicos mayor-menor, tanto en acordes como en las modulaciones que acompañaban los oportunos textos. Como los de las Quattro canzoni d’Amaranta sobre poemas de Gabriele D’Annunzio en la que fue su última colaboración después de 15 años, y de la que se ha hecho más popular L’alba separa dalla luce l’ombra. La primera empezaba con una media voz que fue evidenciando algún problema, porque no se terminaba de ir; algo como una flema, un roce que se hacía presente con el poco volumen; sin embargo, en L’alba… construida en forma de crescendo, arrancaba el primer gran aplauso de la noche sin que hubiera terminado el conjunto (de hecho, esta canción es la segunda).

Desde luego el programa tenía la originalidad de un recital íntegramente Tosti, aunque era -o parecía- una antología de propinas: la siguiente canción era Malìa, de clara inspiración napolitana, y que Tito Schipa confesaba no poder cantarla sin que sus ojos se llenasen de lágrimas. Además de las conmovedoras melodías, estas canciones requieren mucho corazón, y ahí Camarena lo pone de sobra, porque las siente como suyas: la emotiva melodía, evocadora, acariciante termina suavemente en ‘morir’.

Aprile va más con el texto exultante, jubiloso y anhelante que se regocija con la entrada de la primavera; a pesar de esos crescendi intensivos, aún en la media voz la flema no se terminaba de ir. Con otro planteamiento, pero en este tono de viva evocación, con una atmósfera intimista, Sogno obliga al cantante a alcanzar el más que pianísimo (ppp), lo que debe ser imposible de hacer, porque ni Camarena ni algunas grabaciones que hemos oído lo consigue.

Quiso que L’Ultima Canzone lo fuera de la primera mitad del recital, con ese acompañamiento jadeante del piano (a contratiempo) para expresar la angustia del enamorado que sabe que su amante se casará con otro al día siguiente: los recuerdos, el fuego no extinguido se concentra en un La postrero.

Tras este apasionado final, la segunda parte recogía las incursiones de Tosti en las Mélodies (en número de tres), buscando un ambiente más elegante, sofisticado y contenido. Por otro lado, a pesar de su larga estancia en Reino Unido (se le concedió la nacionalidad inglesa) no escribió muchas canciones de textos y ambiente británico. Así que tras el homenaje francés de las Mélodies, siguió Because of you, única muestra de canción inglesa. Con ello Camarena ofrecía un panorama más completo de las canciones de Tosti, y sirvió para darle un último impulso a la voz antes de lanzarse a los grandes éxitos, que comenzaban por Vorrei moriré! Y ahora era Camarena el que confesaba no poder cantarla sin emocionarse (“siempre, siempre”). Y a lo mejor es un efecto placebo, pero de pronto apareció el Camarena gigante, el que la primera vez que entona el nombre de la canción lo hace apianando, en final de frase, resultándonos de una belleza, de una carnosidad, de de un control dinámico increíbles. Ni que decir tiene que el estribillo lo bordó, pero de nuevo nos quedamos con un perdendosi final de ensueño.

Otro de los éxitos de Tosti fue ‘A vucchella, aquella canción que hizo suya Caruso y que el tenor mejicano recreó con gráciles maneras en ese tono reincidente napolitano. Apri! nos traía dos excesos y una anécdota. El primero fue una nota muy grave para un tenor, repetida (La3), que cantó de forma plena diríamos que con voz natural; y una muy aguda (Si5), no escrita (ya decimos que son partituras para todos los públicos, y el que pueda, que la suba una 8ª). Camarena la subió y la retuvo; pero en el momento de coger aire la gente pensó que había terminado y aplaudió. Entre risas, Camarena dijo algo como ‘todavía no acabo’, así que tuvo que parar y volver a dar el agudo; pero todavía un despistado intentó aplaudirla y, el tenor, lejos de perder la calma o interrumpir la nota, pidió gesticulando calma al espectador, como diciéndole que en un momento terminaba, contando ya con la hilaridad del público ante la ocurrencia y buen talante del mejicano.

Terminó el programa con Chitarrata abruzzese, que requiere algo más de cualidades canoras, al llegar a notas más agudas, pero nada reseñable para un cantante profesional; sí lo fueron los tres Do sobreagudos seguidos que regaló para terminar (no escritos), manteniendo largamente el primero de ellos.

Por último, ofreció dos propinas más de Tosti, pero ante la insistencia del público y -según dijo- considerando que con este recital terminaba la gira por España, tuvimos la suerte de que nos regalara dos propinas que puede que nos resultaran todavía más atractivas que las de Tosti: la Malagueña salerosa de Elpidio Ramírez y Pedro Galindo y Júrame de María Grever, una señera terna de compositores mejicanos. En concreto Grever, alumna de Debussy y Lehár, era de padre sevillano y madre mejicana. En la primera canción dio muestras de un ‘fiato’ enorme, al quedarse suspendido durante un tiempo casi infinito en la ‘i’ de ‘y decirte’, y al volver sobre ella la subió y bajó a placer, aunque esta vez sin sostenerla tanto. Y la segunda puede que fuese la más sentida de todo el recital, justo cuando ya creíamos que no nos podíamos emocionar más.

No podemos olvidar a Ángel Rodríguez, un pianista de excepción, que entiende perfectamente cómo se acompaña, que tiene un control tanto del teclado como de los pedales como no es corriente ver, y de secundar al cantante en cada quiebro e intención, además de una gran definición en su acompañamiento, y sobre todo la complicidad que dan 13 años junto a Camarena.

Carlos Tarín

 

Javier Camarena, Ángel Rodríguez

Canciones de Francesco Paolo Tosti

Teatro de la Maestranza, Sevilla

 

Foto © Guillermo Mendo

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