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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Asier Polo: Elgar desde la profundidad crepuscular

A Coruña - 18/02/2020

Elgar con el Concierto para chelo en Mi m. Op. 85, y un intérprete que demostró un profundo conocimiento de la obra, marcando desde el Adagio-Moderato los dictados del autor, cuando recomendaba con precisión detallista: Nobilmente, siempre distanciándose de énfasis grandilocuente. Un aspecto de notable importancia, es la propuesta de una cadenza que se avanza en pizzicato justo antes de trasladarnos al Allegro molto, la idea recurrente confiada al  solista, que atraviesa la obra en cada uno de los tiempos, pero remarcándose con mayor profundidad en el Adagio, movimiento en el que el autor había realizado un definitivo y concentrado ejercicio confesional de las urgencia vitales que le acuciaban. Será pues, el chelista, quien ayude a que seamos partícipes de un estado de ánimo que precisa ahondar en los detallismos de un ostensible scherzo- el Allegro molto-, en el que la orquesta se mantiene fielmente atenta a un reconocible e intenso ideario en su planteamiento, en el que el solista recibe en confidencia un cúmulo de profundas razones que  se amplían en pasajes concretos. Un Elgar confesional, al borde de la  claudicación, quien tramará  una orquestación como perfecto complemento para este concierto, merced al preciso equilibrio, y que bastará sencillamente con que recuperemos el tema en el que con tintes melancólicos, clarinetes y fagotes, se añadan como respuesta a un solista ensimismado y obsesivo. Para el bis, la serenidad apacible de la Allemanda de la Suite nº 4, en Mi b M. BWV 1010, de Johann Sebastian Bach.

Erich Wofgang Korngold, con Much Ado Aout Nothing Op. 11, idea de un compositor en su primera etapa creativa en la que también realizaría obritas como Der Schneemann y que fue alabado por Zemlinski, hasta el extremo de contribuir a la orquestación de la misma, para su presentación en el Teatro de la Ópera de Viena. Curiosidad en cuatro tiempos de cargada vis cómica sobre dos personajes que resuelven sus conflictos de manera grotesca, Beatrice y Benedick, son ellos. Korngold, será siempre asociado a los compromisos con el cine, seña de identidad en la etapa americana desde Captain Blood a Escape Me Never. Sanderling resaltó el punto grotesco de Dogberry and the Verges, el hálito romántico del Intermezzo y el aire alborozado del Hornpipe en una feliz danza de regocijo.

Schonberg y la orquestación del Cuarteto para piano Op. 25, de Johannes Brahms, en el reconocimiento al compositor que fue modelo suyo y personaje admirado, aprendiendo del músico lo que podría decirse el pensamiento camerístico. Con seguridad, llegó a  escuchar la Sinfonía nº 4 y los Intermezzi 116-119. Hacia 1933, surgirá el primer esbozo de un ensayo brahmsiano y el 2 de mayo de septiembre, en ese año, escribirá una versión orquestal del Cuarteto con piano en Sol m. Op. 25. En resumen y en propia opinión, esa obra posee un profundo carácter sinfónico, afirmando con cierta sorna que podemos hallarnos ante la Quinta sinfonía de Johannes Brahms, y la otra ofrecida tuvo una respuesta de absoluto endeudamiento: Un Schönberg que marcaba el sentido de la innovación a través de una sentida afinidad gracias a la proximidad de una sonoridad que le había dejado huella, respetando los patrones recibidos a plena conciencia con un reflejo de gran calado en el Rondo alla Zingarese. Precedente y consecuente de planteamientos estilísticos que resultan de una obviedad que, a estas alturas, no sorprende a los aficionados más exigentes.

Ramón García Balado

Asier Polo. Orquesta Sinfónica de Galicia / Michael Sanderling.
Obras de E. W. Korngold, E. Elgar y A. Schonberg/J. Brahms
Palacio de la Ópera, A Coruña.

Foto © Pablo Axpe

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