Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica - Arvo Pärt, Britten y Kurt Weill

Santiago de Compostela - 10/02/2020

Arvo Pärt, en obras que definen una personalidad en las lindes de otros colegas de corrientes de época como pueden ser John Taverner o al calificable casi de místico, el polaco Henryck Górecki, el minimalismo con su carga inevitable de dudas y calificativos, de los que nuestro creador saldrá mejor parado. Para el estonio, el reconocimiento de saber trazar su propio discurso dentro de una corriente perfilada. El propio minimalismo nos lleva a los setenta precisamente por la adopción de esos lenguajes simplificados, en los que no se renuncia a la tonalidad y la modalidad. Nuestro músico creció entre los condicionantes de una cultura controlada por los patrones rusos, mientras no descuidaba las tentaciones de aproximarse al dodecafonismo y el serialismo, técnicas que influirán en otros compositores desde Sofía Gubaidulina a A. Schnittke.

De esas influencias minimalistas, según cuño propio, habrá un aspecto que marcará tendencias, el estilo tintinnabuli (de tintineo o  campanilleo). Frates para cuerda y percusión, un aleteo arcaizante que sobrevuela el espacio con un hipnotismo enigmático o Cantus in memoriam Benjamin Britten, compuesta tras un prolongado silencio, profundizará en esa trayectoria emprendida solo un año antes, en la que renuncia a la extensa mayoría de ciertos procedimientos propios de las sucesivas vanguardias a las que se vio enfrentado y por la necesidad de acerarse vivencialmente a ellas. Podrán aparecer Olivier Messiaen, Gÿorgy Ligeti, Morton Feldman. La  extrema sobriedad de los recursos tímbricos, ponía distancias con las aventuras que, como pocos, nos toparemos en las vanguardias post-seriales. Casi una llamada al recogimiento sobre las intenciones de Jonathan Webb, por encontrar el puente hacia Britten, en una respuesta de los oyentes muy expectante.     

Abundando en la sencillez de intenciones, Benjamin Britten con la Symple Symphony. El título suscitará equívocos precisamente por los cuatro tiempos en los que recurre a otros temas casi perdidos en su memoria y de los años de adolescencia. Un título para cada uno de ellos: Boisterous Bourré (Bourré revolotosa), en Re menor y montado sobre dos temas (tres en realidad, aunque dos se escuchan al mismo tiempo), en esencia, un Allegro, de sonata con una relajada coda final; Playful pizzicato (pizzicato divertido), en Fa M. , para lo que viene siendo un entretenido Scherzo, con ese humor tan propio en su estilo creativo que se  indica Presto posible; Sentimental Saraband (Zarabanda sentimental), el tiempo más largo y apacible, valorándose como el tiempo más sugerente para cerrar con el Frolicsome Finale (Final travieso), que prácticamente no precisa epíteto alguno. La pulcritud fue virtud de la lectura, otorgando a cada tiempo la meridiana evidencia que traslucía esta obra del alumno del Royal College of Music.  

Kurt Weill y la Sinfonía nº 1 (Berlin), obra de juventud, mientras asistía a las clases de Ferrucio Busoni y atendía con interés los patrones musicales de compositores como Mahler, Schönberg y Richard Strauss.  Tiempos encadenados y enfrentados de perfiles expresionistas según la pauta obligada por una urgencia de soltar amarrar y  en una mención a la poética de J.R.Becher. La obra compuesta en el período primaveral y estival de 1921, recibirá el título de Sinfonie in einem Satz, teniendo su procedente en un trabajo en cuatro tiempos para el piano, mientras asistía a las clases de Busoni. El Ying y el Yang, con respecto a las obras de la primera parte y una transfiguración de actitud tanto de la orquesta como del propio Jonathan Webb.  

Ramón García Balado

Real Filharmonía de Galicia / Jonathan Webb.
Obras de A. Pärt, B. Britten y K. Weill
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela.

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