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Crítica / Apoteósico Tristán e Isolda - por Francisco Carlos Bueno Camejo

Valencia - 25/04/2023

Desde los tiempos en que el tenor gerundense Francisco Viñas Dordal popularizó algunas óperas de Wagner en España, durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, y luego se fundasen las respectivas asociaciones wagnerianas de Barcelona y Madrid, las óperas de Richard Wagner siempre han contado con sus adeptos incondicionales, diríase “feligresía”. De hecho, el “Tristán e Isolda” que se está representando en el Palau de Les Arts Reina Sofía de Valencia ha contado con una nutrida asistencia de público. Otra razón de peso es que la representación bien puede calificarse como apoteósica. Sin duda, una de las cumbres artísticas alcanzadas en el coliseo valenciano.

La escenografía de Alfons Flores jugó con la simbología esférica. En el Acto I, la Luna, cuyo enorme tamaño parecía más propio de las dimensiones de Júpiter. En el Acto II, una media esfera, abierta a diversas dependencias conectadas mediante escaleras. En el Acto III, otra semiesfera, pero mostrando ésta su lado convexo, y no cóncavo, como en el Acto II. El director de escena podía haber sido más clemente con los desplazamientos por las escaleras del tenor estelar, Stephen Gould. Asimismo, en el argumento original, Tristán y Melot luchan con espadas y no a escopetazo limpio. Àlex Ollé, uno de los “padrissanos”, nos ha dejado muy pocos vestigios de La Fura dels Baus en esta ocasión. Así, por ejemplo, no hemos visto el atrezzo sustituido por los efectivos humanos. Los vestuarios, carentes de creatividad. La iluminación, correcta. En esta ocasión, Franc Aleu fue más ortodoxo en su vídeocreación, limitando su desbordante imaginación.

Los cantantes, verdaderos monstruos en la escena. La soprano germana Ricarda Merbeth es la mejor soprano wagneriana que hemos podido escuchar en estas primeras décadas del siglo XXI. Es una soprano dramática descomunal, su voz resiste los embates de la orquesta sin apenas despeinarse. Tiene unos agudos impresionantes y unos graves espectaculares. Su Liebestod dejó al público boquiabierto. Su partenaire, el tenor norteamericano Stephen Gould es un auténtico heldentenor, un tenor wagneriano heroico, con un increíble chorro de voz. El de Virginia es uno de los mejores cantantes wagnerianos del mundo, con un noble timbre en sus gamas agudas.

Impresionante el bajo estonio Ain Anger, quien nos dejó un memorable papel del Rey Marke. No me cabe duda de que este cantante báltico es otra de las grandes voces wagnerianas de esta centuria. El bajo-barítono lituano Kostas Smoriginas nos deleitó con ese rocoso y lírico Kurwenal. La mezzosoprano alemana Caludia Mahnke es otra buena voz wagneriana, sobre todo como mezzosoprano dramática, con sus rotundas notas largas y buenas gamas graves. El tenor granadino Moisés Marín tiene un papel secundario, encarnando al personaje de Melot. El de La Zubia desempeñó un correcto cometido.

La Orquestra de la Comunitat Valenciana exhibió su excelsa calidad, con una exquisita paleta tímbrica, ayudada por el talento del titular, James Gaffigan. El Cor de la Generalitat Valenciana, apenas interviene en este drama musical.

Francisco Carlos Bueno Camejo

 

Palau de Les Arts Reina Sofía, Sala Principal, 23 de abril, 18 horas.

“Tristán e Isolda”, drama musical en tres actos de Richard Wagner.

Stephen Gould, tenor (Tristán); Ain Anger, bajo (Rey Marke); Ricarda Merbeth, soprano (Isolda); Kostas Smoriginas, bajo-barítono (Kurwenal); Moisés Marín, tenor (Melot); Claudia Mahnke, mezzosoprano (Brangäne).

Dirección de escena: Àlex Ollé (La Fura dels Baus). Escenografía: Alfons Flores. Vestuarios: Josep Abril. Iluminación: Urs Schönenbaum. Vídeo: Franc Aleu.

Orquestra de la Comunitat Valenciana. Coro: Cor de la Generalitat Valenciana. Dirección musical: James Gaffigan.

 

Foto © Miguel Lorenzo-Mikel Ponce-Les Arts

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