Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Amicale Amandine - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela / Lugo - 17/04/2023

Amandine Beyer fue directora-concertino con la Real Filharmonía de Galicia  reservando obras de Carl Philipp E. Bach, J.David Heinichen y F.J.Haydn.  Amandine, a la que ya tuvimos en certámenes como el Via Stellae, con su grupo Gli Incogniti, había estudiado violín con Aurelia Spadaro, en Aix-en- Provence, para ampliar en violín moderno en el CNSM parisino y proseguir en la Schola Cantorum Basiliensis con Chiara Banchini, colaborando con figuras como Hopkinson Smith, Christophe  Coin, Pierre Hantaï o Pedro Memelsdorff y con grupos como Mala Punica,  mientras se daba a conocer el festivales de primer rango, y en la cita compostelana del 2014, nos acompañó en la Igrexa da Universidade, para dejarnos obras de F.Couperin, Élisabeth J. de La Guerre y Jean-Féry Rebel.

Amandine había formado Gli Incogniti en el año 2006, logrando una gran aceptación desde entonces, con trabajos antológicos como los dedicados al repertorio bachiano, con el sello Diapason d´Or, y entre otros méritos están sus labores docentes en la ESMAE de Oporto, desde 2010 o las que ofreció en la Schola Cantorum Basiiliensis.

En programa, dos obras de Carl Philippe Emanuel Bach, la Sinfonía en Sol M. Wq. 183/4, y la Sinfonía en Re M.Wq, 183/1, se recuerda que cuando F.J. Haydn en su regreso a Viena en 1795, procedente de Londres, se detuvo en casa de los Bach, con la pretensión de encontrarse con el maestro, aunque  allí sólo estaba su hija, una situación que haría imposible esa deseada ambición; sí quedaban colecciones de las  pertenencias de la familia y que sería adquirida por Georg Pölchau, quien fuera bibliotecario de la Singakademie de Berlín, con una importante abundancia de obras de Carl Philippe, entre autógrafas y manuscritas y que se beneficiara del cuidado recibido por el organista de la corte y admirador J.H. Westphal. Con su hermano Johann Christian, formará el primer eslabón entre los conciertos escritos por su padre –quien había creado el género-, y la herencia que encontraremos en Mozart, pasando además por los géneros más diversos.

En lo relativo a las sinfonías, nos ubicamos claramente en el empfindsamer Stil, al margen de las cuatro primeras y en líneas generales no se trata de sinfonías fáciles de forma preclásica, con pocos detalles en común a las llamadas galant e incluso a las poco logradas de su hermano o los contemporáneos estilísticos, excepto por su planteamiento rápido-lento-rápido. En su mayoría, se basan en que los tiempos de la ópera italiana pasaron de época y que una sinfonía para hacerse valer por sí misma, debe sonar de forma llamativa y audaz, ya en su primer movimiento, con un segundo meditativo y garboso y animado el tercero.

 En general, el conjunto de los tiempos, en especial por sus temas, y desde el primer movimiento, sorprenderán por su gran amplitud y fuerza, encadenando los temas sin reposo, siendo rara la sensación de auténtico contraste. Texturas homofónicas y un tratamiento sutil de los instrumentos orquestales, especialmente en el segundo tiempo, profundamente poético, con pasajes a solo de corte camerístico. Algunas ideaciones formales y expresivas, se convierten en sello personal, con súbitas interrupciones de movimiento progresivo  y cambios de tempo y dinámicas. Beyer y los miembros de la orquesta, trabajaron durante la semana la profundización de estos criterios, dejándonos una velada de sorprendente lectura en su dinamismo.

Un par de sinfonías en parejas similitudes, la Wq. 183/4 y Wq. 183/ 1, calificadas en esencia como sinfonías orquestales, ateniéndonos al espíritu de la letra por la serie de pasajes obligados repartidos entre flautas, oboes, trompas y fagotes y que en cada una de ellas, siempre sobre detalles profusamente contrastados, con un asomo de tonalidad imprecisa entre curiosidades como la ausencia de un tempo lento en la segunda. Patrones rítmicos que aspiran a un futuro en ciernes y esa afortunada disputa que para beneficio de ambas obras, que se van concediendo las familias instrumentales, apuraban en esta interpretación lucida y obsequiosa, la importancia que supuso cara a la evolución de este estilo fronterizo, el excelente criterio de elección de la apreciada Amandine Beyer, en buena química de ensayos previos mantenidos a lo largo de una semana de estudio sin aparentes presiones ambientales.

Johann David Heininchen con la Sinfonía en Fa M.S. 209, músico de Turigia y que fue asiduo de la Leipzig Thomaschule y que en sus comienzos se había dedicado al mundo legislativo, pero que con su obra lírica Hércules (1709), le facilitaría dedicarse en exclusivo a la música, a la espera de incorporarse a la corte de Zeits (Sajonia), como m. c., y trasladarse a Venecia, en donde se relacionaría con Vivaldi. Pasó por Roma y Florencia, antes de su vuelta a Dresde, sin dejar de mantener experiencias con Lotti, Veracini, fundando su escuela con Graun y Pisendel, Entre las obras escénicas, destacan Calfurnia, Le Passioni, per troppo amore; obras sacras repartidas entre magníficats, misas, un par de Requiem, y el género camerístico y sinfónico, como Kleines  harmoniches Labyrinth, para órgano, que llegaría a ser atribuida a J.S.Bach.

Un compositor realmente versátil y autor de un tratado fundamental, para el bajo continuo Der General Bass in der Composition (1728), Johann Kunau, había sido profesor suyo, antes de trasladarse a Weissenfeld, durante tres años, alternando la composición con la abogacía, probando sus primeras tentativas con la ópera, con el reconocimiento del duque Johann Georg y su kapelmeister J.P. Krieger. Fue director del Collegiun Musicum de Leipzig, probando en el estudio de la tradición de música italiana, en primera mano. En Roma, sería preceptor del príncipe Leopold d´Anhalt- Köthen. Desde 1717, compartirá labores entre Dresde y Polonia, junto al Oberkapellmeister J.C. Schmidt, dejando frutos como serenatas, cantatas, sinfonías, la ópera Flavio Crispo, que nunca llegaría a ser representada, además de otras obras sacras.

Heininchen, en su obra en siete espacios, anticipaba un avance como idea de ritornello curioso preparando la visión galante de una obra de detalles de escuela francesa que resultaban primordiales para comprenderla en su amplitud, tiempos como Sarabande, Rejouissance, Aimable o La chasse, cada uno en sus apreciaciones puramente descriptivas, valiéndonos como idea el efecto llamada/respuesta observado en el diálogo entre trompa y orquesta del principio, los débitos admitidos en la Rejuissance o la inspiración de La chasse, que vagamente descubrimos en Haydn. Aceptemos pues que la obra prolija en su transcurso, no renuncia a mantener un clima de apacible serenidad en la que trompas y violas, añaden un punto de equilibrio en repuesta a un alegre obligato de flautas en el Aimable o el Tempo di Menuet final, con sorprendentes y audaces cromatismos     

F.J. Haydn con una de las Sinfonías Sturm und Drang o Esterhazy II, la Sinfonía Hob. I, 47, en Sol M. (Palíndroma), cuyo autógrafo se conserva en la Biblioteca Nacional de Budapest, obra que con las números 62 y 75, en su íncipit, serían anotadas de puño y letra por Mozart, con la pretensión de interpretarlas en una nota que en la actualidad, pertenece a la Historical Society of Philadelfia. Prueba evidente de ese interés por el salzburgués, quien se dejó impresionar por el Allegro confiado a las trompas, con respeto a las cuerdas, que le tentaría para su Concierto para piano nº 19, en Fa M., K. 459, de 1784. Un vivaz segundo tema, con tresillos en corcheas, quedaba confiado a las cuerdas, apoyadas por los vientos. El talante alegre y entusiasta, crecía en el desarrollo tras el primer tema, en menor, descubriendo ciertos pasajes sombríos. El Poco Adagio Cantable, en Re  M. , sería para El Dr. Burney un delicado movimiento con variaciones, cuyo tema fue construido en doble contrapunto a la octava , de modo que las líneas superior e inferior, podían ser invertidas. La escritura para la cuerda observa una rica textura, añadiendo el metal un especial color. El Menuet al roverso,  revelaba en gran consideración su ingenio musical, con entretenidas propuestas para los intérpretes en cuanto a su ejecución y el Finale, Presto assai, repartía  ligereza y energía de trazo, mientras recurría  a galanterías tomadas del folklore húngaro.

Ramón García Balado  

     

Amandine Beyer. Real Filharmonía de Galicia

Obras de C. P. E. Bach, J.D. Heininchen y F.J. Haydn

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Círculo das Artes, Lugo            

105
Anterior Crítica / Josep Vicent y Sáinz-Villegas brillan en Madrid - por Esther Martín
Siguiente Crítica / Un concierto pleno de expectación - por Luis Mazorra Incera