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Crítica / Adusta dirección para una controvertida Sinfonía de Mahler - por José Antonio Cantón

Alicante - 30/10/2024

Por la extraña estructura concéntrica del espléndido tríptico que conforman sus cinco movimientos, dos de música nocturna, enmarcando un fantasmal y a la vez pícaro Scherzo y los dos extremos, primero y quinto, que parecen contraponerse, la Séptima Sinfonía de Gustav Mahler es todo un reto tanto para la orquesta como para el director que se la propongan interpretar. Paavo Järvi se ha presentado con dicha obra en el Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) con la prestigiosa formación Tonhalle Orchester Zürich, primero de una gira de conciertos por España con dicha orquesta desde que asumiera su titularidad el año 2019, que le llevarán también a Madrid, Barcelona y Zaragoza.

El maestro estonio ha planteado una tan controlada conducción que ha llevado en algunos momentos a resentirse la compleja expresividad a la que está llamada la ejecución del inicio de esta sinfonía, que tiende de manera inquietante a un desarrollo abstracto en su primer movimiento. Imprimió cierta sujeción rítmica al intenso dinamismo que pide su discurso, lo que dificultaba la fluidez de sus músicos en aquellos pasajes que propenden a una etérea belleza resultante de la armónica proliferación de intervalos de cuarta, aspecto que trató de resaltar el director, lo que significaba que la música fluctuaba con un misterioso, descolocado e inquieto apasionamiento.

La primera de las dos músicas nocturnas fue tratada con cierto manierismo que llevaba a recordar determinados giros románticos propios del autor desarrollados en sus composiciones precedentes, haciendo que la orquesta respirara con mayor soltura en esa sorprendente yuxtaposición de sones populares con agresivos ritmos de aire marcial, contraste que el director mantuvo siempre bajo control. Con mayor intensidad manifestó éste en el Scherzo ante la fugacidad de sus células armónicas y su irregularidad rítmica antes de adentrarse en el trío del que resaltó su alternativo aire de vals.

Järvi supo extraer el encanto del cuarto movimiento, segunda página nocturnal de la sinfonía, aprovechando el atractivo que le brindaba ese aire de serenata que el autor quiso darle favorecido por la intervención de la guitarra, mandolina y arpa, instrumentos que enriquecieron el cromatismo orquestal, una de las preocupaciones constantes del maestro, sabedor de la importancia que tiene éste en la sinfonía en general y en el movimiento en particular. Le costó superar los inconvenientes que presenta el rondó final de la obra, dados sus temas poco inspirados y su forzado desarrollo. Aspectos que le dificultaron llegar a redondear su actuación pese el virtuosismo orquestal desarrollado.

El público reconoció el esfuerzo de la formación helvética, cuya sección de viento madera se erigió en la más homogénea en su misión de ofrecer una rica diversidad cromática, destacando el oboe principal, así como algunos solistas de verdadera excepción como el primer trompa y el líder de las violas, instrumentistas de altísima musicalidad que son merecedores de las mejores consideraciones tanto en el campo técnico como en el ámbito artístico, adecuándose las indicaciones de Paavo Järvi, director que  mantuvo siempre un adusto gesto que no terminaba de favorecer a la expresión del grado de modernidad que, para su tiempo, tiene el vanguardista y a la vez experimental lenguaje de esta obra, en la que desarrollan disonancias implacables, repentinas modulaciones, encadenamientos de acordes de modos tonales alejados entre ellos así como una constante abundancia de notas extrañas que no favorecen la escucha del seguimiento de la estructura armónica de cada pasaje.

José Antonio Cantón

 

Tonhalle Orchester Zürich

Director: Paavo Järvi

Séptima Sinfonía en Mi menor de Gustav Mahler

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 27-X-2024

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