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Crítica / ADDA-Simfònica: excelsa orquesta - por José Antonio Cantón

Alicante - 08/10/2021

De auténtico acontecimiento hay que considerar el primer concierto de la temporada sinfónica del ADDA que llevaba por título “Festiva”, protagonizado por el más famoso dúo de piano que existe en el panorama internacional, el integrado por las hermanas francesas Katia y Marielle Labèque, destacadas herederas de aquel otro mítico dúo alemán formado por los también hermanos, Aloys y Alfons Kontarsky, y ADDA-Simfònica bajo la dirección del maestro Josep Vicent, su fundador y titular artístico.

El programa supuso un extraordinario banco de pruebas para calibrar el altísimo nivel alcanzado por esta formación con sólo tres años de edad, que la lleva a poder ser considerada en la actualidad el fenómeno musical más rutilante y de mayor distinción en el panorama orquestal español. Esta valoración se vio demostrada por la fastuosa interpretación de la obra que abría el programa: la Obertura Festiva, Op. 96 de Dmitri Shostakovich, que daba título a la velada y sirvió para poner al auditorio en situación perceptiva ante la calidad de sonido alcanzada por esta orquesta. Su integración en la musicalidad que irradia Josep Vicent tiene el marchamo de identidad que se dio en casos como los del mítico Mravinski con su Filarmónica de Leningrado, Arnold Katz con su maravillosa Orquesta Filarmónica de Novosibirsk o en nuestro tiempo en el ejemplo de Valery Gergiev con la Orquesta del Teatro Mariinski de San Petersburgo que, junto a ésta, ha deseado dirigir a ADDA-Simfònica en su visita que realizará a Alicante durante la presente temporada.

Saber lo que puede dar de sí cada músico de un grupo numeroso de componentes, es uno de los secretos que, con el elevado instinto musical y enorme capacidad de gestión emocional de grupo humano que tiene este director alicantino, han determinado en gran medida la excelencia alcanzada por esta orquesta en un tiempo record, al romperse con ese hándicap de funcionarización que invade, se instala y termina haciendo anodinas e irrelevantes, artísticamente hablando, otras instituciones afines. El entusiasmo que desprende la orquesta siempre asombra y atrapa al oyente desde el primer compás. Fue lo ocurrido con esta obertura, que determinó la trayectoria de este concierto que acabó siendo prodigioso.

Éste tuvo su continuidad con una obra señera del minimalismo musical de la más rabiosa actualidad: el Doble Concierto para dos pianos y orquesta que el compositor norteamericano Philip Glass dedicó a las hermanas Labèque el año 2015. Con un raro sentido de transversalidad narrativa, la obra discurría con una fluidez verdaderamente significativa con la que la dialéctica concertante habitual, en la que el solista tiende a imponerse a la orquesta, quedaba sustituida por la creación de un ambiente sonoro y por ende musical que igualaba a ambos elementos concertantes, funcionando cada uno de ellos como extensión y consecuencia del otro. Resultó así una especie de bucle acústico constante sólo roto por una rítmica repetitiva de envolvente efecto sobre el oyente. Josep Vicent coordinaba la acción orquestal dejándose llevar con precisión por las encontradas secuencias pianísticas que anticipaban cambios y enlaces temáticos, continuidad melódica y contrastes tímbricos, normalmente logrados por agregación instrumental, que determinaron un denso tejido sonoro de pulso perenne. Poder escuchar esta obra con tan alto grado de eficacia significaba todo un privilegio para un “melófilo” avezado, quedándole una especie de constante sensación lírica como resultado de la enorme calidad artística de solistas, director y orquesta.

La actuación entraba en su momento culminante con la interpretación de los siete números de la Segunda Suite, Op. 64 ter. Romeo y Julieta sacada del ballet del mismo nombre de Sergei Prokofiev y el último número, La muerte de Teobaldo, también de su primera suite. Cada uno de los episodios se convertía en un ejemplo de virtuosismo orquestal activado plásticamente desde las manos del maestro Josep Vicent, que quería, prescindiendo de la batuta, así entrar con mayor detalle en la complejidad métrica y dinámica de sus compases, destacando en este sentido la afiligranada delicadeza con la que expuso el pasaje de Julieta niña, estimulando que clarinetes y flautas alcanzaran su máxima expresividad. Quiso acentuar la bondad emocional que desprende el episodio que describe al Padre Lorenzo, dejando, por su seriedad, muestra de la rara cualidad descriptiva que plantea el compositor en este pasaje, resultado que se agradece cuando los intérpretes calan en su particular serena significación. De modélica se puede calificar la ejecución del número de los amantes antes de su separación y el último que lleva por título Romeo ante la tumba de Julieta, con el que se anticipaba el esplendor final contenido en la Muerte de Teobaldo, momento que, por su trágico dramatismo, determinó una eclosión sonora de indescriptible calificación, que hizo estallar al público en una cerrada y a la vez intensa ovación.

La gran musicalidad disfrutada en este concierto despeja absolutamente la más mínima duda sobre el enorme activo artístico que representa ADDA-Simfònica para la provincia de Alicante y la Comunitat Valenciana que, por su enorme calidad, ha de ser tenida y entendida como un excelso referente del panorama orquestal español con verdadero orgullo, máxima consideración y absoluto respeto. Con su imparable trayectoria artística se ha convertido en imprescindible marca cultural de la capital de la preciosa Costa Blanca.

José Antonio Cantón

 

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 2-X-2021.

ADDA-Simfònica.

Solistas: Katia y Marielle Labèque (piano).

Director: Josep Vicent.

Obras de Philip Glass, Sergei Prokofiev y Dmitri Shostakovich.

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