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Crítica / ¡Que salga el autor! - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 19/06/2022

Una enérgica Sinfonía "clásica" despertó muy pronto una sana expectativa, incluso induciendo la leve sonrisa en algún silencio brusco y prolongado, que ciertamente busca Prokofiev con extroversión y sin complejos en esta obra.

Una feliz extroversión inducida también esta tarde por el podio de la Orquesta Sinfónica de Madrid, Nicola Luisotti.

Un ánimo abierto que llegó a rematarse con final en punta ya en su primer movimiento, Allegro con brio, como lo haría después en un vertiginoso Finale: Molto vivace.

No era, sin lugar a dudas, la académica y "clásica" Sinfonía clásica… de Serguei Prokofiev. Me refiero a aquélla pendiente de los artificios técnicos y polirritmias (en especial en su segundo movimiento, Larghetto) para mayor lucimiento técnico, sino aquélla que vive y te hace sonreír, vibrar y permanecer activo sobre el asiento. La que te obliga a preguntarte: “Pero ¿quién ha compuesto esta maravilla? ¡Que salga el autor!"

Ante los aplausos, el director, en su segunda salida levantó a toda la exigida sección de viento madera antes de que lo hiciera la orquesta al completo.

Y, tras la parodia del clasicismo que se nutre a expensas de una recreación de clichés, al auténtico, el de «papá» Haydn con su Concierto para trompeta y orquesta en mi bemol y el solista Francesc Castelló.

Mayor pausa, como corresponde a la originalidad de esta propuesta estética tras el alarde anterior. Musicalidad, especialmente en su segundo movimiento, Andante, con una intensa cadencia del primero de ellos, Allegro, en la que todos contuvimos la respiración mientras el sonido de un móvil trataba de incorporarse por, al menos, dos ocasiones ("acepto la inconveniencia… pero por favor… la reincidencia…" se citaba hace tiempo por una comprometida recepción de credenciales diplomáticos con apellido comprometedor… y repetido). El director llamó la atención terminado este Allegro inicial.

La Quinta sinfonía de Dmitri Shostakóvich se presentaba, así, tras el descanso con todos sus lujos y una poderosa sección de cuerda dimensionada sobre la base de ocho contrabajos.

Mayores espacios de desarrollo temático que procuraron una nueva faceta de contención desde el podio, a la espera de los puntos culminantes, clímax y anticlímax, que preparara su autor.

El arranque, tan mahleriano pero también, tan de Shostakóvich, del segundo movimiento, Allegretto, trajo aquella extroversión a una instrumentación más rica, con solos de concertino o flauta, acompañados de las dos arpas y fagot después, luego éste con incisivos pizzicati de la cuerda destacando un contraste tímbrico, levemente grotesco.

El Largo trajo el detalle y cuidado por la continuidad sinfónica hasta dar, a la postre, con un visión coherente y equilibrada en el que es movimiento medular de esta obra.

Un potente Allegro non troppo nos devolvió a aquella extroversión dinámica general con un plus de incisividad y carácter, y la puntuacion final contundente en unis de timbal y bombo, tan propia de Shostakóvich como de esta posición postrera en concierto.

Luis Mazorra Incera

 

Francesc Castelló, trompeta.

Orquesta Sinfónica de Madrid / Nicola Luisotti.

Obras de Haydn, Prokofiev y Shostakóvich.

OSM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

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