Música clásica desde 1929

Crítica - Tchaikovsky por Khatia Buniatishvili

19/06/2018

Orquesta Sinfónica de Galicia (A Coruña)

La georgiana Kathia Buniatishvili es una pianista  que reconoce en su trayectoria la impronta recibida de maestros como Martha Argerich y Oleg Maisenberg, aunque no se ve, con todo, heredera de la escuela rusa. Un estreno del finlandés Sebastian Fagerlund- contando con su presencia en la sala-, por su obra Drifts (Derivas), encargo de la propia OSG, a medias con las orquestas de la Radio Finlandesa y de la Sinfónica de Gotemburg, rica en orgánico por su plantilla desde 4 percusionistas y otros veinte instrumentos distintos, con arpa y piano. La variedad de timbres en sus combinaciones y la riqueza de dinámicas, continúan las tendencias de los compositores fineses de vanguardia, surgidos en el entorno de la Ac. Sibelius, apostando por un paisaje sonoro polícromo y sugerente, en el que se distancia de los condicionantes de una tonalidad limitadora.    

Tchaikovski con el Concierto en Si b M Op. 23, para Kathia Buniatishvili, la obra de sus enfrentamientos con los hermanos Rubinstein y el reconocimiento  de von Bülow. Solista y director plantearon un tratamiento efectivo de esta obra universal. Una entrada sin resquicios con el Allegro non troppo e molto maestoso, siempre con la respuesta de la orquesta en la serie de los principales temas que sostienen el movimiento. Del Andantino semplice, el detalle de la mélodie Il faut s´amouser, enmascarada con ingenio- nos quedó para el bis, precisamente, Clair de lune de Debussy-, completado un vigoroso Allegro con fuoco , remarcado por la impronta de la pieza popular ucraniana que le sirve de encuadre.

Igor Stravinsky y La consagración de la primavera, incorporando músicos de la escuela de formación. Orgiástica y desmesurada con un Dima crecido en sus dominios. Primavera, a la que le tiene tomado el pulso: la gama de las polirritmias y el despliegue de ostinato, la precisión en las entradas de las células temáticas, y la acentuación del posible inconsciente folklórico. No hay resquicio para el reposo, venturosamente, desde la introducción de La adoración de la tierra o la voluptuosa Danza de los adolescentes. Atentos también al poder disuasorio de los instrumentos que marcaban la pauta en momentos clave. La adoración de la tierra, presta para dejarnos inermes ante el impacto decibélico como eje radial para abocarnos a El sacrifico culminante. La lánguida procesión de la Acción ritual de los ancestros, para entregarse incondicionalmente a la Danza sagrada, en sus acumulaciones tonales.

Ramón García Balado

Khatia Buniatishvili. O. S. de Galicia / Dima Slobodeniouk.
Palacio de la Ópera. A Coruña 

Foto: Khatia Buniatishvili.

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