Música clásica desde 1929

Crítica Libros / Una vida contada, una obra apenas comentada - por Albert Ferrer Flamarich

04/11/2025

Pocos compositores españoles han suscitado tanta atención, tanto dentro como fuera del ámbito académico, como Manuel de Falla (1876–1946). Su figura ha sido objeto de una bibliografía tan abundante como heterogénea: desde rigurosos estudios musicológicos y ensayos sobre el nacionalismo musical hasta biografías, monografías o aproximaciones culturales de muy distinto signo, incluso centrándose en sus finanzas a manera de biografía económica. A esta ya copiosa literatura se añade ahora Manuel de Falla. Su vida y su obra, una nueva biografía firmada por Juan Antonio Narváez y publicada por Ediciones Rialp dentro de su consolidada colección dedicada al arte, la historia y las humanidades.

El libro se articula en cuatro capítulos convenientemente subdivididos en epígrafes que estructuran un desarrollo cronológico, fluido y redactado con una prosa accesible, cuyo resultado se inclina meridianamente hacia la hagiografía del personaje dada la ausencia de un detalle formal, semántico y semiótico de sus obras. En este sentido, el lenguaje compositivo y su análisis intrínseco, es decir el científico-estilístico, quedan apenas esbozados cuando no, descartados; dejando mayoritariamente las referencias concretas a las composiciones en el plano de argumentaciones y datos de corte histórico. Narváez adopta un tono de crónica serena, expositiva y lineal, con un estilo que rehúye el debate o la interpretación profunda, situándose en las antípodas del planteamiento episódico, discontinuo y trufado de erudición y profusión de detalles que caracterizan la ya clásica biografía del Federico Sopeña (Turner, 1985).

El volumen se cierra con una extensa y atractiva sección de textos poéticos, artículos y homenajes dedicados a Manuel de Falla, firmados por autores de la talla de José María Pemán, Antonio Machado, Gerardo Diego, Federico García Lorca y Juan Ramón Jiménez. Este ilustrativo añadido refleja cómo su figura trascendió el ámbito estrictamente musical para convertirse en símbolo espiritual e intelectual de una época. Por todo lo referido, el perfil de esta biografía atañe claramente a un lector general y no específicamente melómano, lo cual no constituye necesariamente una limitación. En un panorama cultural donde la figura de Falla trasciende lo estrictamente musical para convertirse en un símbolo de identidad, espiritualidad y pensamiento artístico del primer tercio del siglo XX, una aproximación de carácter transversal como la presente supone una puerta de entrada a la complejidad del universo falliano desde una perspectiva más humanista y cultural que técnica, contribuyendo a mantener vivo el interés por una figura cuya influencia rebasa con creces el ámbito de la partitura.

En otro orden de cuestiones, en su afán de crear un contexto histórico-cultural Narváez desarrolla algunas digresiones que podrían haberse tratado con mayor contención, como la dedicada al Desastre del 98 (pp. 38-39), algo desproporcionada en relación con el eje biográfico central. En cambio, resulta más pertinente y bien integrada la reflexión sobre la religiosidad para entender la devoción y beatería de Falla (pp. 60-61), que aporta matices esenciales sobre su mundo interior y su constante tensión entre la fe, la ética y la creación artística. Por otra parte, habría resultado deseable una mayor atención a dos figuras esenciales en el círculo del compositor: Ernesto Halffter y Adolfo Salazar. Ambos, en planos distintos pero complementarios, fueron pilares en la vida y recepción de Falla: Halffter como discípulo y continuador natural de su estética, y Salazar como crítico, ideólogo y defensor incansable de su legado.

Igualmente habría que corregir un par de errores. Uno: referirse a Falla como Compositor, con mayúscula (pág.: 206, 215 y 220). El otro: en la página 196 al aparecer escrito “A los que le conocíamos íntimamente, nos parecía…” como si Juan Antonio Narváez, de quien, por cierto, no hay la más mínima información que acredite su trayectoria y cronología, hubiera conocido a Falla. De ser así, Narváez tendría como ahora mismo unos 95 o 100 años. Dicho lapsus seguramente se justifique con un error tipográfico al no marcar con cursivas estas palabras procedentes del testimonio de Juan Viniegra como el resto de lo citado en este contexto. Más cuando en la página 223 se indica que el texto fue finalizado el 24 de agosto de 2024, Fiesta de San Bartolomé, Apóstol.

Editado con una tipografía de letra de cuerpo redondo y con un tamaño cómodamente legible, sin ilustraciones ni fotografías, tampoco presenta un aparato crítico con notas a pie de página que justifiquen, por lo menos, la procedencia documental de fuentes bibliográficas primarias o secundarias. Muchos de los textos citados –particularmente los del citado anexo final- se hallan ya recogidos en la monografía del padre Sopeña (Turner, 1985), por lo que cuesta discernir si la omisión responde a una decisión del autor o de la editorial, dado el planteamiento deliberadamente divulgativo. Del mismo modo, se echa de menos una cronología complementaria de personajes y familiares, así como un inventario final de las obras de Falla que incluyan aquellas piezas sí citadas aunque descatalogadas o inacabadas, en especial las pertenecientes a lo que Gerardo Diego —y más tarde Sopeña recogió— definió con sagacidad como el periodo Pre-Manuel o AnteFalla.

Al margen de la retahíla de disquisiciones aparentemente más cuantiosas que los méritos, si el lector requiere de un primer acercamiento a Falla desde lo general y por el mero placer e interés de su personalidad y trayectoria, Manuel de Falla. Su vida y su obra seguramente sea su herramienta más adecuada y fácilmente localizable. De este modo, insisto, cabe ponderarlo como un ejemplo a seguir si la apuesta de Rialp en lo musical pretende crecer: rehúyan de los grandes nombres de compositores –y porque no, intérpretes- que en lengua española van sobrados de estudios y biografías al uso: es decir, ni Bach, ni Mozart, ni Beethoven, ni Chopin, ni Mahler, ni Puccini, ni Wagner, ni Verdi. A partir de ahí la pléyade de figuras masculinas y femeninas es inagotable. El precedente de la monografía de Salieri en ocasión del bicentenario de su muerte hace unos meses fue un acierto por parte de Rialp. Más, ¡por favor!

Albert Ferrer Flamarich

 

Manuel de Falla, Su vida y su obra

Juan Antonio Narváez

Ediciones Rialp. Madrid, 2025 (238 págs.)

ISBN: 978-84-321-7061-4

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