Los músicos de la Filarmónica de Berlín saben que no tienen disponible el puente del 1 de mayo, ya que tradicionalmente ofrecen el “Concierto de Europa” en lugares emblemáticos, en esta ocasión en el cristalino Salón Español del Castillo de Praga. La luz que irradia esta sala parece que motivó a Rattle, que escogió un programa donde la luminosidad emana con fuerza en cada una de las tres obras. Para las bellísimas Canciones bíblicas de Dvorák (ellos mismos tienen grabación en DG), una obra maestra, Kozená despliega su perfecta dicción y las canta con total naturalidad, sin excesos, como si fuera de habitación en habitación en su propia casa. Rattle, cómo no, mima a su mujer, dirigiendo con total elegancia. Igual ocurre con la Fantasía de Vaughan Williams (“pure light”), que el rizitos de oro lleva dirigiéndola desde sus primeros días en Birminghan, conociendo cada trocito de esta música etérea. Otra cosa es la Sexta de Beethoven, que ha confesado que le vuelve loco. Pasión compartida universalmente, esta Sexta es de lo mejor que ha hecho con Beethoven (Andante mozartiano), a la que deja respirar y fluir, sin correr, aunque en el embalaje dice claramente “frágil”. Cualquier mal movimiento la hace añicos. No es el caso. La Orquesta la habrá desembalado tantas veces, que es un factor a tener en cuenta.

Gonzalo Pérez Chamorro